IGLESIA SANTA MARÍA DEL MORAL DE VILLAFÁFILA

RETABLAMENTO BARROCO

 

 

Los estilos renacentista y barroco son los únicos existentes actuales en los retablos de la iglesia de Sta. María del Moral de Villafáfila. Ambos tienen por base el naturalismo, pero mientras que el primero se limita a copiar la naturaleza el segundo exalta, consiguiendo mover el corazón del creyente llevándole el ascetismo y misticismo.

<<El retablo ha de considerarse como un elemento insustituible de la información y práctica devota de los fieles>>. (Martín Gonzáles, J.J. <<Historio de la escultura>>, p.216). Ha de sustituir a las portadas de las iglesias, tan desarrollaos en el Gótico (catedrales de Burgos, de León, Toledo, etc.), porque en estos estilos: Renacimiento y Barroco éstas tienen el menor desarrollo artístico.

La misa, de espaldas al pueblo (así se hacía hasta los tiempos del Concilio Vaticano II  del siglo XX), requería que los retablos reflejasen cuadros acompañaran a los fieles en sus plegarias. Se tiende a resaltar lo sobrenatural, que impone el Concilio de Trento, de la Contrarreforma, ante los protestantes, que reprimen e incluso destruyen los retablos e imágenes.

La escultura ha de ser fiel expresión del espíritu, belleza del alma sobre el cuerpo, aunque también, en la figura se haga culto, a la belleza corporal en la personalidad,

El retablo barroco presenta gran monumentalidad en un solo cuerpo agigantado (al contrario que el renacentista que presenta varios). La columna salomónica o turbinaza es la más frecuente. Más que soporte es un objeto decorativo. Su fuste, cuajado de hojas, pámpanos y racimos de vid, son representativos de la Eucaristía. El estípite, tronco de pirámide invertido complicado con la adición de otros cuerpos: cuellos con grandes estrangulamientos y capitel corinto, tienen amplio desarrollo. Los grutescos adornan los espacios netos, frisos y columnas. La rocalla en el adorno más generalizado por su forma arriñonada y disimétrica, se presenta apropiadamente en el juego de superficies y volúmenes de retablo (Rodríguez C. Ceballos, Alfonso, <<El Retablo Barroco>>, cuadernos de Arte. Historia 16, nº 72). El retablo barroco es profusión ornamental.

La imagen tiene vida, independiente del retablo que la contiene. Retablo e imagen sólo raramente perteneciente al mismo autor, sino a varios. El retablo es obra de retablistas y ensambladores, la imagen del imaginero, que suele ser único. A la imagen dentro del retablo, se le hace llegar la plegaria. Sobe ella se medita e incluso se le hace partícipe de la vida real del creyente. El retablo contribuye a esta representación.

El retablo barroco suele estar construido de madera de pino, en Castilla y León generalmente de la Sierra de Soria. También puede ser de otras maderas, nogal, etc., aunque el valor de éstas les hace generalmente prohibitivos. Pueden llevar también, en sus apliques, maderas de árboles frutales: peral, manzano, etc. Construido el retablo se policroma (excepto en los construidos en maderas nobles) a fin de conseguir superficies de calidad y reflectantes a la luz.

La escultura se desarrolla en el taller del artesano. Le componen el maestro escultor, los oficiales y los aprendices. Cuando el primero desaparece, el oficial más cualificado pasa a ocupar su puesto. Entre el maestro ejecutor y el mayordomo de la cofradía ordenante de la ejecución del retablo se hacen contratos mediante escritura, ante escribano, con explicación de lo concertado. El escultor ha de admitir, al final del trabajo, la crítica y tasación por otros maestros, obligándole a enmiendas y variaciones en lo ejecutado, si no  estuviese de acuerdo con lo concertado.

Dentro del barroco, la escuela de Valladolid representa la cúspide del Barroco Español. Sus primeros seguidores: Esteban Jordan, Francisco de la Maza, Francisco Rincón y Pompeyo Leone, son prebarrocos, pues enlazan con el renacimiento manierista de Becerra y después, el más importante de todos: Gregorio Fernández y sus seguidores: Francisco Díez de Tudanca, Antonio Ribera de Toro, Antonio Solanes, Tomás de la Sierra, Manuel Rincón, etc. Junto a esta escuela surgieron en Castilla, otras no tan notables: Escuela de Toro con Sebastián de Ucete y Esteban Rueda.

Los retablos que vamos a estudiar corresponden todos ellos al tipo de retablo camarín u hornacina, por que en el centro del mismo se abre amplia arcada, bajo la cual se coloca la imagen venerada.

 

RETABLO I CABECERA DE LA NAVE LATERAL DEL NACIENTE O DE LA EPÍSTOLA

Estilo barroco prechurrigueresco. Siglo XVII. 1699[1]. Es conocido con el nombre de <<San Antón>> o de <<San Antonio Abad>>. Medida de 4 x 2,5 m.

Procede de la derruida iglesia de San Pedro. Puede ser, aunque no con toda seguridad, el que era de Santa Lucía en la misma iglesia. Su autor es el benaventano Francisco Díez: <<Doscientos reales que se dieron a Don Francisco Díez escultor vº de Benavente por cuenta del retablo que está haciendo para Santa Lucía>>en 1698 (Lib. Fáb. San Pedro, 1605-1714, pág. 284).

El retablo fue terminado en el año siguiente, pues en las cuentas de 1699 se consignan dos partidas para gastos: una para acabar de pagarlo <<mas da por descargo de doscientos treinta y siete reales y medio que se dieron a Francisco Díez vº de Benavente, con el que se acabó de pagar el retablo que se hizo para Santa Lucía>>, la otra para << ir por el retablo a Benavente>> (Lib. Fáb. San Pedro pág. 287 vta. Pérez Bragado, C., Villafáfila: sus iglesias parroquiales, 1996, p. 429).

Presenta este retablo, en sentido vertical tres partes, banco, cuerpo y ático.

El banco lleva cuatro grandes repisas o cartelas, basamento de las columnas del cuerpo, que le dividen, en sentido horizontal, en tres zonas: dos laterales pequeñas y una mayor central. Esta se presenta como un espacio plano recubierto de filigranas.

 

Retablo de San Antón

Retablo I Cabecera de la nave lateral de Naciente o Epístola

El cuerpo, el más importante, lleva cuatro grandes columnas salomónicas de cinco espiras, a distinto nivel horizontal, con abundante decoración de racimos de uva y retorcidos tallos de hojarascas, y flores (típico Churriguera), terminadas en capiteles corintios y estiletes decorados, que soportan los <<machones>> del ático. El paño central se encuentra una grande y profunda hornacina, de arco de medio punto, que contiene la imagen de San Antonio Abad, rodeada por un marco saliente que en la parte superior se quiebra, dando lugar a las nominadas <<orejas>>, <<codillo>> y <<tanganillo>>, formando un astrólogo de piedras y gallones. En el centro, sobre el marco, se desarrolla una gran cornucopia. Entre las columnas laterales a cada lado, a distinto nivel horizontal, lleva unos espacios lisos, transversales cortados por bandas inclinadas, sobre las cuales hay unos apliques colgadizos de abultados frutos.

El ático está constituido por cuatro <<machones>> desiguales que se apoyan sobre los estipites de las columnas, (diferencia de los retablos Churriguerescos, que llevan aquí también columnas salomónicas. Martín González, J.J., Escultura Barroca Castellana. T.I. p. 68) de los cuales los más centrales se adoran con pequeños <<festones>> (generalizados desde mediados del siglo XVII). Estos <<machones>> siguiendo el orden del cuerpo, dan origen a tres espacios de los cuales en el central lleva una pintura, al óleo, que representa a San Jesé y a la Virgen entregando al Niño Jesús al anciano Simeón, por inspiración del Espíritu Santo, bajo la forma de paloma. Los espacios laterales llevan adornos consistentes en frutos y hojarasca. La pintura va orlada y rematada por una gran cornucopia. Este ático va rodeado por un arco de tipo ojival plagado de rocalla. Los <<machones>> van cubiertos por sobresalientes cornisas o guardapolvos.

Todo el retablo está dorado en su mayor parte mientras el resto, para favorecer las reverberaciones luminosas, presentan coloraciones rojas y azules (capiteles y cartelas). En esta policromía se repite en los demás retablos barrocos que a continuación señalamos, lo que hace innecesario señalarlo.

 

RETABLO I CABECERA DE LA NAVE LATERAL DEL PONIENTE O EVANGELIO

Estilo barroco prechurrigueresco. Siglo XVII, 1694. Retablo conocido con el nombre de las <<Angustias>>, por encontrarse en él <<La Piedad>>. Medida 3,75 x 2,5 m.

Procede de la iglesia de San Pedro. Se hizo en 1694 y costó 1.286 reales (Lib. Fábr. San Pedro. 1605-1714, p. 278 vta.). Su autor es seguramente el mismo del anterior de San Antón, el benaventano Francisco Díez. Se doró en años posteriores, pagándose 3.000 reales (Lib. Fáb. S. Pedro, p. 289).

Este retablo, como el anterior, presenta: basamento, cuerpo y ático, aunque algo diferentes.

El banco lleva dos grandes ménsulas o cartelas, basamento de dos de las columnas del cuerpo, que le dividen, en sentido horizontal, igualmente en tres espacios: el centra rectangular bordeado por un marco, que en las partes superior lleva sus <<orejas>> - salientes y quebradas – y entre ellas una cornucopia. En su interior se encuentra un pequeño tabernáculo. Los espacios laterales, una a cada lado, llevan a su vez dos porciones recuadradas en sentido vertical, de las cuales la más exterior contiene un aplique de racimo afrutado.

El cuerpo lleva dentro una gran hornacina, donde se encuentra la imagen titular. Exteriormente presenta un marco en cuya parte superior hay dos segmentos de arco, de curvatura opuesta, unidos por otro recto.

 

Retablo de las Angustias

Retablo I cabecera de la nave lateral del Poniente o Evangelio

      Un cordón sube hasta el ático Bordeando la hornacina. Lateralmente nos encontramos con cuatro grandes columnas salomónicas de cinco espiras – dos cada lado -, con decoración idéntica a las del retablo anterior, colocadas escalonadamente y muy próximas. Sobre ellas van los capiteles y estipites que soportan al ático. Un espacio exterior rectangular, <<tarjas>> o <<tarjetas>>, a cada lado, con colgadizo afrutado completa este conjunto corporal.

El ático, de tamaño menor que el anterior, tiene una porción central, con abundancias de grutesco y hojarasca, limitadas por los <<machones>>, colocados sobre los estipites de las columnas centrales. Tiene decoración con apliques de colgadizos afrutados. Sobre ellos lleva segmentos de cornisas. No tiene <<aletas>> laterales, corriente en retablos de este tipo.

Como el retablo anterior, presenta idénticos dorados y coloraciones. Las columnas y espacios planos, que llevan ambos retablos, al recibir y reflejar la luz solar de la mañana o tarde, en cada  caso, penetrante por la ventana próxima, dan cierto aire de luminosidad grandiosa, <<luminarias de oro bruñido>> la llamaba Pedro Echevarría Goñi, <<Policromía Renacentista y Barroca>>, cuadernos de Arte Español, nº 48, p. 30.

 

RETABLO II DE LA NAVE LATERAL DEL PONIENTE O DEL EVANGELIO

Estilo barroco prechurrigueresco. Siglo XVII. Es el retablo de mayores dimensiones de los cuatro barrocos que presentamos. Medida 4,50 x 3.75 m.

Nada sabemos de su origen, aunque hay que afirmar proceda de alguna de las iglesias derruidas de la villa. No hay documentación. Sin embargo, nos atrevemos a indicar que su escultor puede ser el mismo que de los retablos anteriores. Es totalmente semejante al primero, en toda su figura. Lo describimos ligeramente. Presenta banco, cuerpo y ático.

El banco contiene las repisas, basamento de las columnas del cuerpo, que dan origen a tres espacios: el central mayor, recubierto de filigrana, y los laterales menores, a distinto nivel horizontal del resto, contienen grutescos.

El cuerpo lleva en su centro una gran hornacina, de arco de medio punto, que se apoya en salientes laterales de la misma. Bordeándole va un marco, que se quiebra en <<oreja>>, para alojar una gran cornucopia. A cada lado de la hornacina lleva dos columnas salomónicas, a distinto nivel horizontal, de cinco aspiras con abundante decoración vitícola, terminadas en sus capiteles corintios y estipites. Seguidamente tiene porciones planas (aprovechadas inadecuadamente, pues no hay hornacinas, para colocar las imágenes de la Virgen de Fátima y San José que por ser de estilo distinto desmerecen al conjunto). Otras dos columnas salomónicas, semejantes a las anteriores, y al mismo nivel de la porción plana, dan término a este cuerpo.

Retablo, hoy día llamado del Corazon de María

Retablo II de la nave lateral de Poniente o del Evangelio

      El ático en su centro lleva un cuadro, pintado al óleo representado la visitación de la Virgen a su prima Sta. Isabel. Cuatro machones (dos a cada lado), que corresponden a las columnas del cuerpo, terminan en nuevos estipites, con sus cornisas.

Todo el conjunto tiene forma semicircular con reborde liso exterior.

Muy posiblemente, a juzgar por la semejanza, el escultor benaventano al construir estos retablos estudiados conocía los correspondientes de las iglesias de Santa Cruz de Medina de Rioseco, de Juan Argüelles (1663) y de San Martín de Valladolid de Pedro de Cea, realizados algunos años antes.

¿Nos encontramos con un foco escultórico en Benavente al final del siglo XVII o se trata de un taller aislado? Nada sabemos, lo que sí nos consta es que en 1728 el escultor Francisco Díez era vecino de Toro e hizo las puertas de San Lorenzo del Real de la misma. ¿Formó parte de la Escuela de Ucete – Rueda?

 

RETABLO II. DE LA NAVE LATERAL DE NACIENTE O DE LA EPÍSTOLA

Estilo barroco churrigueresco. Siglo XVIII Retablo conocido con el nombre del Ecce Homo. Medida 4 x 3,25 m.

Procede de las iglesias derruidas donde estaría sitiado en su ábside, dada la curvatura semicircular del mismo. Aunque no con seguridad, nos atrevemos a asegurar que fuese el retablo mayor de la iglesia de San Pedro, pues ésta presentaba cabecera de ábside pentagonal en su nave central. Actualmente aparece tangente a la pared, pues tiene los bordes exteriores cerrados y cascarón o ático.

Presentaos tres tramos: banco, cuerpo y cascarón o ático.

El Banco tiene una parte central y dos laterales separadas por las bases de las columnas del cuerpo. Esta parte central lleva, en los lados, dos pequeños rectángulos, uno a cada lado, en sentido vertical. Su centro contiene un dibujo escalonado sobre cuya parte superior se encuentra una cornucopia. Los espacios laterales están agrutescados.

El cuerpo presenta planta mixtilínea: lleva calles laterales cóncavas y la central recta, separadas por columnas churriguerescas, que contienen tres hornacinas, la del centro mayor y más profunda que las laterales, éstas muy superficiales (al avanzar el siglo XVII se hacen más profundas) culminan aveneradamente. Ambas están rebordadas, más intensamente la central. En la primera hornacina siempre estuvo la imagen de Jesús Amarrado a  la Columna, mientras en las laterales: San Antonio de Padua y San Blas. Actualmente El centro lo ocupa el Corazón de Jesús, imagen de estilo diferente, que contrasta con el del retablo.

 

Retablo del Ecce Homo, hoy dia conocido como Corazón de Jesús

Retablo II nave lateral de Naciente o de la Epistola

Las columnas presentan el fuste estriado y adornado con talla menuda (relieves redondeados y colgantes) en toda su dimensión. Su parte superior termina en capiteles corintios, sobre el que se sobrepones el estípite, que constituyen el soporte de los nervios que dividen al ático y su arco de triunfo. A partir de 1710 decae la columna salomónica.

El cascarón presenta un semicírculo de cuatro de esfera o casquete. Es como una bóveda de los dos nervios, que concluyen en la clave del arco exterior. Esta nervadura da lugar a tres espacios triangulares, que forman la concavidad del cascarón.

El espacio central, pintado al óleo, presenta un paisaje rocoso junta al cual se pude verse una porción del firmamento sobre el que se dibuja, una profundidad, una cruz sin Crucificado. El personaje representado es María Magdalena: una joven mujer cubierta con túnica blanca ceñida, sobre el cual lleva un manto rojo, que deja libre brazos y pies. Su mirada va dirigida a un libro que se encuentra en la parte inferior izquierda ¿los Evangelio?, recordando el momento de la Resurrección.

Dato esencial del barroquismo en la ilusión de profundidad, que en rigor es un falso relieve por cuanto la figura está dentro del mismo tablero (Martín González J.J. Escultura Barroca Castellana, T.I., p. 24).

Los espacios laterales del ático llevan en su centro medallones con un sol y una luna, que pueden ser simbología de Dios y de la Virgen, rodeados de veneras y grutescos. El borde del retablo, arco de triunfo, se encuentra decorado con estípites y adornos arrocallados. Todo está policromado, como hemos dicho en los demás retablos.

Su autor es desconocido, pero podemos asegurar que conocía perfectamente las técnicas retablistas de los escultores Tomás y Pedro de la Sierra (padre e hijo), autores de los retablos mayores de las iglesias de Santiago de Medina de Rioseco y de la Asunción de Rueda (Valladolid), sus mejores obras. Del primera dice J.J. Martín González: << Constituye la obra más completa de Tomás de la Sierra y sin duda el retablo más copiado del periodo dieciochesco>> (Escultura Barroca en España, p. 458).Este retablo había sido proyectado por Joaquín Churriguera en 1703, con arreglo a las más exigentes normas del Churriguerismo[2]. La obra de Tomás de la Sierra fue muy difundida en Tierra de Campos (García Chico, E., Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid. Medina de Rioseco, 1960).

La diferencia que podemos considerar entre el retablo riosecano y  el estudiado, radica en el número de cuerpos y calles. Aquel tiene dos cuerpos y cinco calles. Las columnas del mismo presentan, como las del Renacimiento, un tercio de talla y los otros dos con colgantes, mientas que en el otro todas ellas van con colgadizos. La riqueza escultórica es mucho mayor en el riosecano que en el estudiado. La semejanza, sin embargo, es grande, no obstante lleva el primero un notable tabernáculo, del que carece el otro. Es aún mayor con el retablo de la Asunción de Rueda, por llevar en las calles laterales hornacinas avaneradas, aunque en posiciones contrarias: en uno saliente y en el otro entrantes.

Como se puede observar en los retablos estudiados, se mantiene con toda claridad, el sistema de casillero, de líneas verticales y horizontales, que dominó en  Castilla durante el siglo XVI.

FUENTE: Archivo Parroquial. Villafáfila. Iglesia de San Pedro. Libro de Fábrica (1606-1714)



Autor:
Manuel de la Granja Alonso


Bibliografía - Texto:

Manuel de la Granja Alonso:
El Arte de una villa castellano-leonesa Villafáfila 2008, pág. 25, 26, 32, 66, 67 y 91.

El Retablamento Barroco de la iglesia de Santa María del Moral Villafáfila: Anuario 1999, Instituto de Estudios Zamoranos. Florián de Ocampo. pág 150, 151 y 152.

Manuel de la Granja Alonso y Camilo Pérez Bragado:
Villafáfila: Historia y actualidad de una villa castellano leonesa y sus iglesias parroquiales. 1996. pág. 429, 432, 448, 452 y 453.

Fotografía:
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Transcripción y montaje:
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[1] El retablo actual de San Antonio Abad no es el que había en esta iglesia con anterioridad a la ampliación de 1904. Éste era gótico pues contenía unas notables tablas, que representan las tentaciones de San Antonio. Fueron vendidas al obispado de Astorga por 2.500 pts. En 1908 (Lib. Fab. Sta. María 1897-1868, n 22).

[2] Idea de Churriguera: se caracteriza por la acentuación de las líneas verticales, abundancia de esculturas, forma redondeada o elíptica de los relieves, presencia de las esculturas sentadas en el ático y relegamiento de las columnas salomónicas. En vez de columnas se usa en los extremos estípites. En las calles extremas hay esculturas dentro de las hornacinas. Los cuerpos presentan columnas con tercio decolorado, con cabezas de serafines colgantes. El cuerpo de los relieves adopta forma elíptica y se orlan con frutos (MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: Escultura Barroca Castellana, T. I., p. 317).