ARTEFACTOS SINGULARES DE FILIACIÓN MERIDIONAL EN EL CALCOLÍTICO DE LA MESETA NORTE ESPAÑOLA:

UN VASO CALCÁREO PROCEDENTE DEL FONSARIO (VILLAFÁFILA - ZAMORA)

Singular artefacts with southern connections in the Northern Meseta Copper Age. A limestone cup from EL Fonsario (Villafáfila, Zamora)

 

 

 

RESUMEN: La recuperación en el yacimiento zamorano del El Fonsario de un vaso pétreo, objeto atípico fuera del contexto cronocultural de la Edad del Cobre meridional ibérica, sirve como punto de arranque para la elaboración  de un catálogo de otros artefactos igualmente exóticos procedentes del registro material del Calcolítico precampaniforme de la Meseta norte. Se pretende con ello realizar un sucinto análisis que aborde la función de estos elementos en la esfera sociopolítica normeseteña y la incidencia y las diferentes interacciones suprarregionales. El propio carácter singular de estos objetos así como algunos de sus contextos de amortización siguieren su empleo como elementos de distensión social obtenidos a través del intercambio, de la imitación local como resultado de viajes u odiseas individuales. En  lo referente a su distribución se parte de la tradicional dicotomía, dentro del Calcolítico normeseteño, entre unas zonas de interacción suprarregional _"Las Pozas"_ y otra de aislamiento _"Los Corderos"_, perspectiva que aquí matizamos debido a la comparecencia de algunos de estos artefactos en el segundo de los citados ámbitos. El uso y la función de estos elementos se enmarcan en un proceso de creciente complejidad social.

Palabras clave: Vaso pétreo. Cerámica simbólica. Hacha perforadora. Ídolo. Objetos exóticos.

 

 

ABSTRACT: The recovery in the Zamorano field of El Fonsario of a stone vessel, atypical object outside the chronocultural context of the southern Iberian Copper Age, serves as a starting point for the elaboration of a catalog of other equally exotic artefacts from the material register of the precampaniform Chalcolithic of the North Plateau. The aim is to carry out a succinct analysis that addresses the role of these elements in the normeseteña sociopolitical sphere and the incidence and the different supra-regional interactions. The very singular nature of these objects as well as some of their amortization contexts continue their use as elements of social relaxation obtained through the exchange, of local imitation as a result of individual journeys or odyssey. Regarding its distribution, it starts from the traditional dichotomy, within the Chalcolithic of the state of Nayarit, between areas of supra-regional interaction _ "Las Pozas" _ and another one of isolation _ "Los Corderos" _, a perspective that is nuanced here due to the appearance of some of these artifacts in the second of the aforementioned areas. The use and function of these elements are part of a process of increasing social complexity.

 

Keywords: Stone vessel. Symbolic pottery Drilling ax. Idol. Exotic objects

  

1. Introducción

El atractivo de los recursos salinos de las lagunas zamoranas de Villafáfila pudieron haber ejercido sobre las comunidades prehistóricas normeseteñas quedó confirmado, hace ya veinte años, con la identificación de algunas evidencias de la explotación de este "oro blanco" en el yacimiento de la Edad de Bronce de Santioste, en Otero de Sariegos (Delibes et al., 1998). Estos documentos materiales, junto a la gran densidad de lugares arqueológicos de filiación prehistórica identificados en el entorno villafafileño (Rodríguez et al., 1990), han servido de acicate para tratar mejorar el conocimiento sobre la ocupación y explotación de este territorio y sus recursos a través de una serie de prospecciones superficiales intensivas (Abarquero et al., 2010b) y de excavaciones en dos factorías salineras del Campaniforme y Bronce antiguo (Abarquero et al., 2010a) En el marco de estos nuevos trabajos el estudio y dibujo del material de uno de los yacimientos ya conocidos, El Fonsario (Rodríguez et al., 1990:44), ha permitido identificar un singular elemento artefactual, al que dedicaos aquí nuestra atención por lo excepcional que resulta el marco del Calcolítico tanto zamorano como normeseteño[1].

 

2. Contextualización cronocultural de El Fonsario

En el término municipal de Villafáfila, a menos de 2 km. al noroeste de la Laguna Salina Grande y en un terreno llano que suavemente buza hacia la mencionada masa de agua, se encuentra este yacimiento de 12 ha, identificado como poblado calcolítico precampaniforme. Los argumentos más sólidos para defender esta adscripción cronocultural emanan principalmente de la alcallería, caracterizada por formas mayoritariamente derivadas de la esfera y decoraciones con diferentes tipos de incisiones e impresiones. Así se conforman motivos horizontales a peine rectos, ondulados o mistos, triángulos rellenos de puntos o pequeños trazos incisos, impresiones ciliares, bandas de puntos enmarcadas por líneas incisas e, incluso, un galbo decorado con numerosos trazos incisos entre los que puede advertirse un motivo oculado o soliforme (Fig. 1). Éstas son formas y técnicas decorativas que de modo recurrente se presentan en otros yacimientos calcolíticos precampaniformes zamoranos, como puede constatarse en las estaciones de las Peñas de Quiruelas de Vidriales (Martín y Blanco, 1996), los Bajos (Pérez Rodríguez et al., 1991), las Bodegas (Larrén et al., 1999), Los Paradores de Castrogonzalo (Domínguez Bolaños, 1991), Viñalvo (López Plaza y Peñel, 1978) El Coto (Rodríguez Marcos y Val, 1980) o el emblemático poblado de Las Pozas (Val, 1992). Son también morfologías y motivos fácilmente se identifican tanto en el área centro occidental de la Submeseta norte (López Plaza, 1979; Herrán et al., 1993, 1995; Fabián 2006: 398; Delibes et al., 2009; Alameda et al.; 2011) como en gran parte del ámbito peninsular.

FIG. 1. Algunas cerámicas decoradas procedentes de El Fonsario (dibujo de Á Rodríguez González.

 

Pese a que la industria cerámica en este caso proporciona una formación cronológica de muy alta fiabilidad, el resto de materiales que lo acompañan no discuerdan en absoluto al respecto de esta descripción temporal. Tanto la producción lítica tallada  una punta de flecha pedunculada con apéndices laterales elaborada sobre pizarra, una lámina recortada de sílex o diversos elementos de hoz denticulados sobre sílex tabular y filita– como en otros elementos pétreos –una hacha y una azuela pedidos y discos de pierda perforados y decorados con incisiones– e, incluso un fragmento de "morillo" de arcilla (Fig. 2) completan un utillaje cuyos paralelos se rastrean fácilmente en los yacimientos calcolíticos de la misma provincia de Zamora (Delibes, 1995: 68) como en varios de los cercanos poblados tramontanos portugueses (Jorge, 1986).

Además, en este yacimiento villafafileño se ha recuperado un objeto, si bien no desentona con la cronología de la primera mitad del III milenio cal BC que siguiere el resto de la cultura material si supone un hallazgo excepcional en el marco de la Submeseta norte española: un pequeño vaso pétreo asimilable a los propios del Calcolítico Ibérico.

FIG: 2 Materiales lícitos (n.os 1-7 y 9-10) y un morrillo de arcilla (n.o 8) procedentes del Fonsario (dibujo de Á. Rodríguez González)

 

3. vaso pétreo de El Fonsario y sus paralelos en el ámbito peninsular

La pieza en cuestión es un vaso de piedra calcárea de coloración amarillenta, con paredes rectas, base plana y unos 5 cm de diámetro x 7 de altura. A partir de esta forma cilíndrica básica en interior se ha trabajado ahuecándolo y definiendo así una sucesión en "v" con fondo redondeado, lo que ha servido para determinar unas paredes con un grosor máximo de 1,5 cm en el lateral y 2 cm en la base. Su superficie, bien pulida, es no obstante algo rugosa debido a la naturaleza de la piedra y no muestra decoración n de ningún tipo (Figs. 3 y 4).

FIG. 3 Vaso de piedra procedente de El Fonsario (dibujo de Á. Rodríguez González)

 

FIG. 4. Vaso procedente de El Fonsario (fotografía de F. J. Abarquero)

 

 Los vasos de piedra caliza marmóreos o de alabastro[2] son artefactos que durante la edad del Cobre gozaron de una amplia distribución en la mitad meridional de la Península Ibérica. Su presencia se reconoce, desde hace ya más de medio siglo, acompañando a los materiales de las tradicionalmente culturas de Los Millares o de la desembocadura del Tajo. Los hermanos Siret (1890: lám. 10) identificaron objetos de este tipo en el poblado de campos de Almanzora al igual que sucedió durante las primeras intervenciones en el castro ribetejano de la Villa Nova de São Pedro (Jalhay y Paço 1945: 22). A partir de estas excavaciones, las pioneras entre las referidas a yacimientos de este marco cronocultural, en breve repaso por varias formas de los hallazgos de este tipo  de artefactos nos permite describir de forma sucinta su área de distribución. Son muy comunes en la Extremadura portuguesa en poblados como el citado de Villa Nova de São Pedro, Zumbajal y Penedo (Spindler, 1969). En la mitad meridional del país luso también se reconocen en el Alentejo y el Algarve en Ferreira do Alentejo (Arnuand, 1982), Monte de Tumba (Tavares y Soares, 1987) o Cerro de Castelo de Santa Justa (Gonçalves 1989: 248). Ya en territorio español se han recuperado ejemplares en los valles del Guadalquivir Cabezo Juré en Huevla (Nocete et al., 2004) Gandía Algón (Enrique Navascues, 1989: 244) La Pijotilla (Hurtado, 1986) o San Blas (Hurtado, 2004)y Tajo Cerro de la Horca (González Cordero, 1993) –.

 

Esta distribución, por ahora basada en hallazgos de yacimientos domésticos, se complementa con los contextos funerarios, en los que los recipientes de piedra son objeto de ajuar de gran aceptación. Su8elen ser habituales en las tumbas tipos tholos en la Extremadura portuguesas –Pria de Maças Sao Martího de Sintra, Barrro (Leisner 1965), O pi Mogo (Gonçalves, 2003)–, Alentejo necrópolis de Alcalá (Leisner y Leisner 1943) –, valles del Guadiana tholos de La Pijota (Hurtado, 1986) –  y del Guadalquivir Matarrubia (Collantes de Teán 1969) o Almería Loma de Huéchar o necrópolis de los Millares (Leisner y Leisner, 1943) –. La preferente relación de estos objetos con los sepulcros de falsa cúpula no supone, sin embargo, la exclusión de otras fórmulas funerarias del Calcolítico de Mediodía peninsular. También comparecen en sepulcros ortostáticos como Alcalá y Monte Velho en el alentejo o en la necrópolis granadina de Fonelas (Leisner y Leisner, 1943) en tumbas en fosa como en la Pijotilla (Hurtado, 1986), en hipogeos como en Palmela (Leisner, 1965), cuevas sepulcrales como la malagueña de Viera (Leisner y Leisner, 1943) o, en la Extremadura portuguesa, en Furnas de Poco Velho (Gonçaves, 2008) y en otro tipo de estructuras funerarias como las registradas en Campos de Alzamora (Martín Socas et al. 1987) O Monte Novo dos Albadeiros (Gonçalves, 1989) (Fig.5)

FIG. 5 Distribución de los vasos de piedra calcolíticos en la Península Ibérica (área rayada) y localización de los yacimientos mencionados en el texto

 

Todos los ejemplares citados son recipientes de piedra para los que existe una gran variedad tanto formal como decorativa. De modo somero, respecto a su filmología pueden distinguirse dos variedades básicas: derivados de la esfera y cilíndrica. En el Primer caso contamos con hemisféricos, globulares y elipsoidales. Los cilíndricos, por su parte, se conforman como formas más o menos estilizadas. Debe destacarse, tanto en esferoidales como en cilíndricos, que el ratio entre la capacidad del interior de estas piezas respecto a su volumen exterior es muy variable, y por ende asimismo variable el grosor de sus paredes. Otro tipo, menos común son las pequeñas cajitas prismáticas (Fig. 6).

FIG. 6. Formas de los recipientes pétreos del Calcolítico peninsular n.os 1, 3 y 4 según  Leisner y Leisner (1943: tafel 25 y 79), n.º 2 según Gonçalves (1997: fig. 6): y n.º 5 según Leisner (1965: tafel 1)

 

Entre los esferoides y cilíndricos las superficies se muestran generalmente lisas, aunque existen no obstante ejemplares decorados. Entre éstos son usuales las acanaladuras –una o varias en disposición horizontal bajo el borde, en zigzag en retículas, etc. – e incisiones –líneas paralelas junto el borde, radiales en torno a la base, retículas o rayados oblicuos rellenando bandas, etc.–. En cuanto a los recipientes de tipo caja las decoradas aparecen de forma bastante más común, casi diríase que pautadas, siguiendo un modelo de acanaladuras reticulares (Fig. 7).

FIG.7 Decoraciones de los recipientes pétreos del Calcolítico peninsular: n.os 1 y 2 según Leisner y Leisner (1943: tafel 10 y 25); n.º 3 según Arnaund (1982: fig. 8) n.º 4 según Leisner (1965: tafel 40); n.os 5 y 7 según Gonçalves (1997: fig. 3 y 6); n.º 6 según Gonçalves (2006: fig. 6.6); y n.º 8 según Tavares y Soares (1987: fig. 28)

 

No debemos de dejar de citar otros elementos que, con la misma cronología, aparecen de forma exclusiva en la península de Lisboa. Son los etiquetados como "artefactos votivos de caliza" objetos tan variados como los ídolos piña/alcachofa, lúnulas o azuelas decoradas, y otras formas raras y excepcionales tales como sandalias, pesos de balanzas, tentáculos de pulpo o huevos grabados (Gonçalves, 2005: 181). V. Gonçalves (ibiden: 168) se sirve de la exclusividad de tan singulares objetos y de la ingente abundancia de vasos y betilos de caliza como firmes argumentos para sostener que en esta región tuvieron su cuna los vasos calcáreos, desde donde posteriormente se difundirían por todo el Sus Peninsular.

Una cuestión más compleja es la de tratar de discernir la función y el significado que cabe atribuir a los vasos calcáreos en el contexto sociocultural del Calcolítico meridional ibérico. Por una parte, su habitual  presencia en los diversos contextos sepulcrales calcolíticos supone con toda seguridad su relación con cierto componente trascendental. Por ejemplo en Campos de Alzamora un recipiente marmóreo formaría parte del ajuar funerario de un individuo infantil junto con cerámicas simbólicas y un puñal de cobre (Martín Socas et al., 1987), elemento suntuario este último que permiten además suponer su filiación a un linaje de rango. En cuanto a otros materiales tales como betilos, cerámica simbólica, puñales de cobre, vasos campaniformes o adornos de marfil en una cabaña de "ciudadela" amurallada del poblado pacense de San Blas. Esta construcción ha sido interpretada como escenario de cultos relacionados con las élites sociales debido a su localización a nivel "semimicro" su tipología arquitectónica y los artefactos producentes de su interior (Hurtado, 2004). Simular circunstancia se advierte en el poblado fortificado onubense de Cabezo Juré, en el que vasos pétreos junto con conchas marinas, oro lino y puñales de piedra se concentran en su "acrópolis". La monopolización de estos elementos, junto con una dieta diferenciada rica en moluscos y caza, parecen ser prerrogativas del grupo dirigente que aparentemente organizaría la actividad económica metalúrgica de este enclave (Nocete et al., 2004).

Parece bastante extendida la asociación en ámbitos funerarios de estos vasos pétreos con elementos simbólicos y suntuarios, así como la existencia de determinadas restricciones sociales referentes a su utilización en los contextos domésticos. Pese a que existen críticas explicativas a interpretar estos artefactos como objetos de prestigio (Conçalves, 1979), los ejemplos que nos brindan San Blas o Cabezo Juré evidencian una estrecha vinculación entre estos vasos de piedra y  un grupo social elitista cuyos modo de vida en cuanto a dieta, residencia, actividad económica o suntuosidad funeraria parecen segregarlo de la mayoría de la población. No pueden decirse que la materia prima de estos artefactos pétreos, si nos guamos por los criterios establecidos por G. Clark (1986: 6), sea especialmente apreciada dado que, excepto los ejemplares marmóreos y de alabastro, la han elaborado sobre piedra caliza, muy común en gran parte del medio geolitológico peninsular. En cambio, debe tenerse en cuenta la pericia necesaria para realizar estos productos, de compleja elaboración técnica (Hurtado, 1980), hizo mayoría se probablemente requisito fundamental el contar con un conocimiento especializado.

Esta encuesta aproximación a los vasos calcáreos y las inferencias sobre su posible uso en relación con las élites son aplicables exclusivamente en el marco sociocultural del Calcolítico meridional. En este contexto, la extendida utilización de este tipo de objetos se hace suponer que guardarían funcionalidad y significado estructurados. No es éste el caso que se presenta a la hora de analizar el ejemplar aislado de El Fonsario. Su recuperación en un ámbito donde la ausencia de este tipo de producciones  le hace por ahora único necesariamente implica, a priori, descartar para nuestro ejemplar estas presunciones. Por ello, para conocer el papel o el impacto que pudo desempeñar el vaso zamorano en cuestión debe analizarse, para establecer un adecuado marco contextualización de la realidad arqueológica normeseteña del III milenio cal BC.

4. La "conexión meridional" y algunos ejemplos de otros artefactos singulares en el Calcolítico de la Submeseta norte

En su momento la excavación del poblado zamorano de las Pozas sirvió para definir el Horizonte cultural epónimo, en el que G. Delibes y J. del Val (1990) advirtieron la existencia de cierta "conexión meridional" con el "aérea cosmopolita" del Sur de la Península. Cerámicas con motivos como triángulos rellenos de puntos, incisiones, a peine, pastillas repujadas o soliformes, y otros objetos como morillos, puntas de base cóncava o el ídolo antropomorfo de las Pozas dieron cancha a la reflexión sobre las naturaleza de las relaciones –emulación, actualización, etc.– entre el occidente de la Meseta norte y el del sur peninsular (López Plaza 1987; Delibes y Val, 1990).

Una revisión de la documentación arqueológica normeseteña procedente de los yacimientos adscritos en la primera mitad del III milenio cal BC, permite advertir la presencia, en varios casos, de objetos que perfectamente podrían adjetivarse como singulares o particulares en estas latitudes. Entre ellos, resueltamente más propios de otras áreas geográficas, pueden enumerarse cerámicas simbólicas, puntas de flecha de base cóncava y el ídolo antropomorfo de Las Pozas en lo relativo a los poblados calcolíticos zamoranos (Delibes y Del Val, 1990). Si ampliamos perspectiva y nos referimos a la Meseta norte en su conjunto, podrían añadírsele a éstos otros elementos "sureños" como ídolos placa o belitos e, incluso artefactos más propios de la fachada atlántica y la Europea transpirenaica como las hachas perforadas.

4.1. Cerámica simbólica

La cerámica simbólica, tan conocida en el Calcolítico del sureste (Martin Socas y Camalich, 1982), se ha catalogado en un gran número de yacimientos calcolíticos normeseteños. Sin embargo en cada uno de estos lugares de fragmentos de vasijas con tipo de decoración son realmente escasos. En la provincia de Zamora, a los ejemplos de Los Bajos (Pérez Rodríguez et al., 1991), Las Pozas (Val, 1992) o Los Paradores de Castrogonzalo (Domínguez Bolaños 1991) podemos añadir el recuperado recientemente en El Fonsario (cf. Fig. 1, n.º 5). También se han documentado en el valle medio del Duero en Los Cercados (García Barrios, 2005) (Fig. 8, n.º 2) o El Tomillar (Fabián, 2006) y, con mayor profusión, en el valle de Amblés, Ávila, en estaciones como los Itueros o Aldeagordillo (Fabián, 2006). En esta misma provincia, en la localidad de Bernuy-Salinero, es donde se conoce el único caso de cerámica simbólica procedente de un contexto sepulcral, en el dolmen reutilizado de El Prado de la Cruces (Fabián, 1997: 51).

4.2. Puntas de flecha de base cóncava

Las puntas de flecha de roquete plano con base cóncava son muy comunes en el Calcolítico meridional, con especial incidencia en el área portuguesa desde donde, ascendiendo por la fachada atlántica, constituyen también el tipo mayoritario de puntas tanto en Tras-os-Montes (Jorge, 1986) como en Galicia (Fábregas, 1991: 136). En el valle del tajo español se conocen varios ejemplos como, en Toledo, El Castillo de las Herencias (Álvaro, 1987) o el dolmen de la Estrella (Bueno, 1991), en Guadalajara en La Loma del Lomo (Valiente, 1987) y, en Madrid, en El Ventorro (Priego y Quero, 1992).

En la meseta norte, por su parte, la preeminencia de puntas de aletas y pedúnculo o foliáceas es abrumadora, aunque se reconocen en algunos ejemplares de base cóncava de forma excepcional y minoritaria. Por una parte, se han documentado en espacios domésticos como el poblado abulense de La Peña del Águila (López Plaza, 1976) y los zamoranos de las Pozas (Val, 1992), Los Bajos (Pérez Rodríguez et al., 1991) y  Pozo de Moiro (Abarquero et al., 2010b). También han aparecido en dos de los dólmenes salmantinos con reutilización calcolítica: El Torrejón de Villamayor (Arias, 1989) y La Casa del Moro en Casillas de las Flores (López Plaza, y  Luis Salvador, 2000).

4.3. Ídolos

La Meseta no es un espacio en la que sea común hallar artefactos al modo de los pertenecientes al complejo mundo de los ídolos calcolíticos peninsulares (Hurtado, 2005), aunque sí contamos con algunos ejemplos puntuales. Éstos serían dos ídolos del poblado de Las Pozas -uno de ellos en el que se distinguen nariz, pómulos y ojos- (Del Val, 1992) y varios fragmentos de ídolos placa y algunos posibles betilos hallados en diversos dólmenes salmantinos. Los betilos son dos ejemplares procedentes de El Castillo de Castro Enríquez y de la Ermita de Galisancho (Delibes y Santoja: 1986: 37 y 75), mientras que los varios fragmentos de ídolos placa se recuperaron también en el dolmen de Galisancho (Delibes y Santoja, 1986: 37), El Torrejón de Villamayor (Arias, 1989) y La Casa del Moro de Casillas de Flores (López Plaza et al., 2000).

4.4 Hachas perforadas

Por último, debe tratarse el caso de las hachas perforadas, útiles pulimentados generalmente hachas o láminas de azada, confundir con las denominadas "hachas de combate" caracterizada dos por una perforación practicada en su extremo proximal. Objetos de este tipo, muy comunes en la Francia neolítica (Pétrequin et al., 2002), se conocen en la península Ibérica a lo largo de la cornisa cantábrica y la costa centro norte portuguesa. Aunque por desgracia la mayoría procede de hallazgos fortuitos y de colecciones particulares, algunos ejemplos han permitido seguir su asociación a cronológicas calcolíticas (Fábregas y Vázquez Varela, 1982; Lillios et al., 2000). Esto contradiría la propuesta de P. Pétrequin y otros, para quienes las hachas perforadas ibéricas, que denominan "tipo Cangas" se elaborarían a imitación de las transpirenaicas de "tipo Tumiac" durante el V milenio cal BC (Pétrequin et al., 2007). Dicha problemática de una contextualización arqueológica adecuada para los ejemplares costeros ibéricos.

No se presenta muy diferente la situación en la Meseta norte puesto que, excepto un ejemplar, el resto de los conocidos provienen de lugares con una dilatada secuencia de ocupación al neolítico-calcolítica e incluso posterior. Solo la lámina de azada perforada de casi 20 cm de longitud (Fig. 8 n.º 3) recuperada en el yacimiento palentino de Baldián procede de un escenario exclusivo calcolítico (Fernández Giménez et al., 1990). El resto de casos la cuestión es tanto más compleja. Por ejemplo, en El Picuezo de Guareña, Ávila, se recogió una pequeña lámina de azada de forma de lágrima perforada en su extremo proximal. En este caso, la comparecencia en este lugar de cerámicas tanto neolíticas como de los primeros momentos del Calcolítico e, incluso, campaniformes, nos impide otorgarle una mayor precisión cronológica a este artefacto (Fabián, 2006: 234-239). Otros dos ejemplares en Zamora y Ávila se habrían recuperado ambos de los palimpsestos en que usualmente devienen las tumbas dolménicas neolíticas[3]. Durante la excavación de le Casal del Gato, en el Sayago zamorano, al padre Morán le informaron de que con anterioridad se había extraído de ese mismo sepulcro "una piedra de rayo con un agujero a medio hacer" (Morán 1935: 23). Entre los materiales del túmulo neolítico de Dehesa con Río Fortes –Mironcillo, Ávila–, se recuperó una lámina de azada de 22 cm con perforación (Estremera y Fabián, 2003). En ambos casos existe una dilatada vida útil Neolítico/Calcolítico inicial/Campaniforme como indican, entre otros elementos, un puñal de lengüeta en el sepulcro zamorano y fragmentos de cerámica Ciempozuelos en el abulense. Sin embargo, en este último caso la azada se asociaría con un "lote" de pulimentos que incluye hachas, gubia, cincel y maza, que en conjunto caracterizan al definido como "Horizonte Rechaba" (Estremera y Fabián, 2003) (Fig. 8, n.os 5-8), propio de los primeros compases del Calcolítico en el magalitismo del noroeste peninsular (Vázquez Varela, 1979).

Por todo ello, creemos que es aceptable el defender una cronología calcolítica para estos elementos, aunque en última instancia esto deba ser tomado siempre con reservas, a la espera de contar con una mayor y mejor información contextual.

FIG. 8. Algunos de los materiales normeseteños singulares tratados en el texto: n.º 1, vaso (?) de barro de crudo de El Soto de Dueñas/Valoria la Buena (según Herrán, Fernández Giménez Y Pérez Rodríguez, 1995: fig. 2.6); n.º 2, cerámica simbólica de Los Cercados (según García Barros, 2005: fig.2); n.º3 lámina de azada perforada de Baldiánn (Según Fernández Giménez Pérez Rodríguez y Puertas, 1990: fig. 7); nº 4, cuchillo afalcatado de cobre de El Ollar (Según Delibes, 1981: fig. 1); n.os 5-8, lámina de azada perforada y pulimentados "Rochaba" de la Dehesa del Río Fortes (Estremera y Fabián, 2002: fig. 6).

 

4.5. Otros

A las cerámicas simbólicas, puntas de base cóncava, ídolos o hachas perforadas puedan añadirles, además, otros elementos inusuales que no obstante comparecen de forma puntual en yacimientos del Calcolítico normeseteño. Por ejemplo; los pequeños adornos ebúrneos procedentes del sepulcro de El Prado de las Cruces (Fabián, 1997: 85) y del poblado de Las Pozas[4] (Val, 1992) podrían ponerse en relación con la abundante presencia de todo tipo de ornamentos de marfil documentados en la mitad sudoccidental peninsular (Shuhmacher et al., 2009). Por otro lado, como parte de ajuar de la inhumación doble de El Ollar en Donhierro, Segovia, un pequeño cuchillo afalcatado, de cobre (Fig. 8, n.º 4) representaría a un tipo muy abundante en los poblados de la desembocadura del Tajo (Delibes, 1988) Es, por ahora, una única en la Meseta septentrional, en donde el resto de conocidos se corresponderían con el tipo de puñal de escotaduras (Delibes et al., 1996). Por último, los pequeños discos de pizarra decorados con incisiones de El Torrejón de Villarmayor (Arias, 1989). se asemejarían a los que, aunque perforados, aparecen en las mismas decoraciones en diversos enclaves calcolíticos del norte de Portugal (Jorge, 1986).

5 El papel del vaso de piedra de El Fonsario y de otros artefactos singulares en el Calcolítico de la Submeseta norte

Ya se ha relatado cómo en su contexto sociopolítico originario, el del Calcolítico meridional, los vasos pétreos son utilizados en el ámbito funerario y cómo se relacionan con las élites sociales. Asimismo, el resto de artefactos analizados también se vinculan con la esfera de lo trascendente o aparecen asociados con el rango social. Tanto los diversos tipos de ídolos como las cerámicas simbólicas serían representaciones materiales de la mitología y las creencias calcolíticas (Martín Socas y Camalich, 1982; Hurtado, 2005). Por otra parte, las hachas perforadas funcionarían ya como elementos votivos, ya como marcadores de estatus social (Fábregas, 1981; Fábregas y Vázquez Varela, 1982; Lillios et al., 2000). A primera vista las puntas de flechas serían el más "funcional" de estos elementos. Sin embargo, el que la caza no ofreciera un aporte subsistencial de primer orden durante el Calcolítico dota a esta actividad de cierta relevancia: estos proyectiles habrían sido empleados o en práctica cinegética o elitistas (Ontañón, 2002) o como parte de un utillaje guerrero posiblemente relacionado con un elevado estatus (Guilaine y Zammit, 2002: 185).

Pero el contexto de acogida de estos objetos no serían un sistema sociopolítico equiparable al probablemente más complejo del Calcolítico meridional (Delibes et al., 2006). Incluso, debido a que en la Meseta norte tales objetos se presentan de forma puntual y esporádica, su funcionalidad y significado originales no habrían podido ser asimilados ni comprendidos por completo.

Por ello, para tratar de identificar el papel que estos elementos jugarían entre las comunidades calcolíticas de la Meseta norte es imprescindible analizar los contextos arqueológicos particulares existentes. En dos ocasiones se ha podido vincular la cerámica simbólica a actividades bastantes significativas. Una es su participación en algún tipo de ritual funerario, o por lo menos con cierta relación con los ancestros, debido a la presencia de un pequeño galbo con un soliforme en la cámara sepulcral del dolmen abulense de El Prado de las Cruces (Fabián, 1997: 51). Otra, más espectacular, es la hoyo del yacimiento vallisoletano de Los Cardos. Aquí un par de fragmentos cerámicos con decoración oculada y facial acompañan, junto con un equipo de tallador, un cráneo de cánido y varios de suido, a tres cráneos humanos femeninos con claras evidencias de ajusticiamiento en lo que se interpreta como un sacrificio propiciatorio (García Barrios, 2007). La presencia de la cerámica simbólica es evidente acto de sacrifico ritual permite admitir sin problema alguno que las comunidades calcolíticas normeseteñas sí habrían otorgado cierta relevancia a este motivo decorativo. Incluso es posible rastrear cómo se impronta pervive con posteridad entre la alcallería campaniforme en diferentes contextos significativos. Uno de los es el yacimientos vallisoletano de Pico de Castro: en este poblado estratégico se excavo una cabaña donde se recuperaron evidencias de actividad metalúrgica y varios fragmentos de vasos Ciempozuelos entre los que se aprecia un claro soliforme (Rodríguez Marcos, 2005). Más ejemplares de cerámica campaniforme normeseteña con motivos simbólicos, en este caso cérvidos, los encontramos en el depósito ritual _acompañado a huesos humanos, entre otros_ de la Calzadilla en Valladolid (Delibes y Guerra, 2004) y, muy próxima a El Fonsario, en la factoría salinera Villafafileña de Molino Sanchón II (Abarquero et al., 2010a: 115).

Otro ejemplo ilustrativo le ofrece la lámina de azada perforada proveniente del túmulo de Dehesa de Río Fortes. El contexto­­ funerario y la asociación de la lámina con los artefactos, inusuales en la Meseta, del "Horizonte Rechaba" _guiba, cincel y maza_, han permitido interpretar en caso como un acto de exhibición de riqueza (Estremera y Fabián, 2002). La "piedra de rayo con agujero a medio hacer" a la que antes aludíamos procede de otro sepulcro colectivo, en este caso el dolmen zamorano de El Casal del Gato (Morán, 1935:23). También localizados en contestos funerarios se han documentado otros de estos objetos. Gran parte de las raras puntas de flecha de base cóncava aparecen entre las más abundantes de aletas y pedúnculo o foliáceas abundantes en dólmenes como el Torrejón de Villamayor (Arias, 1989) y La Casa del Moro de Casillas de Flores (López Plaza et al., 2000). De estos dos últimos sepulcros y en El Castillo de Castro Enríquez y La Ermita de Galisancho (Delibes y Santoja 1986: 37 y 75) proceden de betilos y los ídolos placa.

La utilización de estos artefactos singulares en rituales propiciatorios y/o ancestrales, celebrados algunos en los antiguos megalitos neolíticos, sirven para defender que, efectivamente, cumplirían un papel de cierta relevancia entre las comunidades calcolíticas normeseteñas. A partir de esta premisa, pueden profundizarse en esta cuestión si analizamos e interpretamos los medios y circunstancias por los que estos objetos han recalado finalmente en la Meseta norte.

Una de las posibilidades existentes sería la de producción local a imitación de los modelos exóticos originales. Pese a que este procedimiento se ha planteado para algunas cerámicas simbólicas (García Barrios, 2005) o puntas de fleca base cóncava (Santoja, 1987) debe recordarse la complejidad técnica que requeriría la manufactura de un vaso de piedra (Hurtado, 1980). La pieza de El Fonsario difícilmente podría haber sido elaborada en un contexto donde no existe tradición artesana alguna de este tipo. Sin embargo, debemos citar una curiosa pieza de barro crudo procedente del yacimiento calcolítico de El Soto de Dueñas/Veloria la Buena, maciza y pseudocilíndrica, con base plana y ahuecada en su parte superior (Herrán et al., 1995: fig. 2, n.º 6). Su morfología (Fig. 8, n.º 1) recuerda alguno de los vasos pétreos meridionales. Este ejemplo quizás pudiera ser un intento de imitación local en una técnica más fácil de dominar, la alfarera, aunque debe admitirse que, por lo excepcional de la pieza de El Soto, esta afinación es particular no se puede ser todavía muy consistente.

Descartada la idea de la producción local para algunos objetos, otro método posible sería el de explicar su presencia a través del intercambio. De esta manera se ha defendido la comparecencia de los ídolos meridionales aislados en algunos dólmenes salmantinos (Benet et al., 1997) y serviría para explicar el mecanismo de adquisición de pequeños objetos, principalmente de adorno, elaborados sobre materias primas exóticas como los documentados en la Meseta norte desde el Neolítico final (Guerra et al., 2009; Villalobos, 2012). Durante el Calcolítico está práctica persiste, como pone de relieve el elemento ebúrneo identificado en el dolmen de El Prado de las Cruces (Fabián, 1997: 85). La presencia de objetos santuarios encaja sin problemas con el tan recurrido modelo de intercambio de tipo "prestige chaing" (Renfrew, 1972: 467) que definiría un sistema de intercambios recíproco de objetos de prestigio utilizados exclusivamente en la esfera social entre individuos de alto estatus.

Pese a que, teóricamente, el modelo de intercambio de dones permite responder satisfactoriamente a esta realidad _trasiego de los mismos con manos locales_ puede a su vez pecar de optimista al simplificar lo enmarañando de los posibles sistemas de significación social que pudieron desarrollándose en una sociedad compleja como la que aquí se está tratando. Desde hace pocos años empieza a tener relevancia en la interpretación arqueológica el papel que pudo tener la movilidad de algunos individuos _viajes, peregrinaciones, odiseas, etc._ en cuanto a varias cuestiones como la transmisión del conocimiento, la configuración del paisaje o la estructura sociopolítica de las comunidades primitivas (Helms, 1988; kristiansen y Larsson, 2006: 49; Cummings y Johnston, 2007; Lillios, 2008: 175). A estas evidencias etnográficas y elaboraciones teóricas se les añaden pruebas arqueológicas tales como los análisis realizados sobre el esmalte dental de varios individuos en los alrededores de Stonehenge durante el III milenio cal BC. Los niveles isotópicos de estroncio y oxígeno que varios de ellos habrían sido criados en Gales y Centroeuropa antes de viajar y ser enterrados en Inglaterra (Evans et al., 2006). Sin que queramos plantear una propuesta opuesta al modelo de red de intercambio de objetos de prestigio, se correcta adecuación a la realidad arqueológica que venimos a tratar resulta bastante satisfactoria. No se trata de someter acríticamente a una nueva moda interpretativa, sino de incorporar nuevas ideas y considerar un conjunto de posibilidades disponibles.

No existe escollo alguno que impida admitir que varios de los objetos tratados pudieron haber recalado en su lugar de destino habiendo sido portados por ciertos individuos meseteños de vuelta de un "tránsito" _peregrinaje, viaje iniciático, periodo de aprendizaje, etc._ desarrollado en otras áreas peninsulares, que habría puesto a disposición de este "hijo pródigo" extraños conocimientos y relatos de hazañas personales tanto como pruebas materiales _vasos pétreos, ídolos, puntas de base cóncava, etc._ para fascinación de sus paisanos. Otra de las posibilidades que se introduce con estas premisas es una interesante forma de escrutar los llamados objetos "de imitación local", al tener en cuenta el poder y prestigio sociopolítico que irradiarían del conocimiento especializado (Kristiansen y Larsson; 2006: 70; Risch y Martínez Fernández 2008). Poseer la exclusividad de elaborar ciertos artefactos sería, para los artesanos que han adquirido saberes novedosos y extraños _no sólo los meramente técnicos, sino además el componente simbólico y mitológico que siempre acompaña a un objeto religioso o de prestigio_, un valor social que no debe desdeñarse.

Desde fines del Neolítico podemos identificar, a través de algunos elementos elaborados sobre materias primas exóticas, la existencia de contactos de la Meseta y otras regiones peninsulares (Guerra et al., 2009; Villalobos, 2012). Los artefactos singulares analizados en estas páginas proceden de contextos calcolíticos, en su mayoría precampaniformes, y generalmente reinciden en la antigua idea ya comentada de la relación entre la Meseta septentrional y el ámbito meridional peninsular. La distribución de artefactos "sureños" como cerámicas simbólicas, puntas de base cóncava o ídolos _a los que añadimos el presente caso del vaso pétreo de El Fonsario_ se remite al área sur y oeste de la Meseta norte (Fig. 9). Este hecho sirvió en su día para sugerir la existencia de una dicotomía cultural dentro del Calcolítico normeseteño entre un "horizonte Las Pozas", suroccidental y más en sintonía con el mundo del sur peninsular y otro denominado "Los Cercados", centro-oriental, caracterizado en contraposición por una "cierta introversión" (Herrán et al., 1993: 38). Debemos considerar que recientes trabajos permiten modificar la delimitación de estas áreas _no olvidemos que la revisión del propio yacimiento epónimo de Los Cercados permitió identificar dos cerámicas simbólicas (García Barrios, 2005)_, pero también es cierto que los yacimientos nororientales de la Meseta norte parecen mantenerse al margen de la distribución de los artefactos "sureños".

FIG. 9. Distribución de yacimientos en la Meseta norte y depresión de los artefactos singulares referiros

 

Sin embargo, hemos introducido aquí la cuestión de las hachas perforadas, un elemento de aire más septentrional, que comparece tanto en el ambiente de Las Pozas como en Los Cercados, y que podríamos emplazar para matizar la idea del aislamiento del segundo. Cabe añadir, además, la retirada comparecencia de cerámicas con pastillas repujadas en asentamientos calcolíticos del ámbito Los Cercados del valle medio del Arlanzón, en Burgos[5], pues este motivo decorativo nos permite seguir un trazado continuo entre el sudeste peninsular y la Europa transpirenaica (Hurtado y Amores, 1982). Y no queremos dejar de mencionar por último, la pervivencia en la Meseta norte de estos posibles contactos septentrionales durante la segunda mitad del III milenio cal BC, como nos sugiere la marcada influencia extrapeninsular de cierta orfebrería y alfarería del mundo Campaniforme presente respectivamente en Tablada del Rudrón, Burgos (Campillo, 2004), y La Sima, Soria (Rojo et al., 2006).

Estos documentos materiales demuestran la existencia de relaciones _intercambios, imitaciones, viajes, etc._ entre la Meseta norte y otras áreas como el sur peninsular y, también, la Europa transpirenaica, durante la Edad del Cobre. El marco en que vivieron las comunidades calcolíticas normeseteñas probablemente contó con cierto componente de conflictividad y conectividad social. Las transformaciones socioeconómicas contrastadas por esta etapa _un nuevo modelo de poblamiento, revolución de los productos secundarios, metalurgia_ agravarían las disimetrías sociales nacidas durante el Neolítico final, las que avanzando en este III milenio cal BC, se revestirían del utillaje guerrero-elitista Ciempozuelos. En este contexto ciertos individuos particulares o grupos sociales bien podrían haber intentado arrogarse, de una forma u otra, del valor simbólico de  la lejanía relacionada, por una parte, con la distancia geográfica _materias primas exóticas, artefactos extraños_ y, en algunos casos, con un escenario de actuación referente a la distancia temporal _los dólmenes neolíticos reutilizados en el III milenio cal BC como monumentos ancestrales_. La adecuada aplicación del concepto de "extraño" o "lejano" suministraría una poderosa herramienta de significación social _entre las otras muchas que existieran, muestren visibilidad arqueológica o no_ para su utilización en el juego sociopolítico de las comunidades calcolíticas normeseteñas.


Autor:

                   Rodrigo VILLALOBOS GARCÍA

                   Dpto. de Prehistoria, Arqueología, Antropología y CC y TT Historiográficas.

                   Universidad de Valladolid: rodrigovillalobosgarcia@gmail.com

                   Recepción 09/02/2012; Revisión: 26/07/2012; Aceptación 19/10/2012

                   BIBLID [0514-7336 (2013) LXXI, enero-junio; 131-148]

                  http://revistas.usal.es/index.php/0514-7336/article/view/9960/11892

       Fotografías y dibujos: Á Rodríguez González, F. J. Abarquero, Leisner y Leisner, Gonçalves, Arnaund, Tavares y Soares, Herrán, Fernández Giménez Y Pérez Rodríguez,García Barros, Fernández Giménez Pérez Rodríguez y Puertas, Delibes, Estremera y Fabián.

       Transcripción y montaje: villafafila.net

 

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[1] El artefacto en cuestión sobre el que gravita la atención de este artículo fue recuperado hace años por E. Rodríguez y depositado en el Museo de Zamora. Debido a los trabajos arqueológicos relacionados con la explotación salinera prehistórica de las lagunas de Villafáfila. G. Delibes, E. Guerra y F. J. Abarquero recopilaron ordenaron y estudiaron los materiales. Fueron ellos quienes amablemente no cedieron toda la documentación relativa al yacimiento del El Fonsario para elaborar este artículo, entre la que cabe destacar los excelentes dibujos arqueológicos realizados por A. Rodríguez. Fueron también G. Delibes y E. Guerra quienes primero leyeron y enriquecieron con sus comentarios y sugerencias el borrador de estas líneas. A todos ellos agradezco el apoyo para la realización de este trabajo.

[2] También conocidos como "almiraces", "vasos/almofarizes-graaes del calcário" o "steingefaBe" o en la literatura española, portuguesa, y alemana, respectivamente.

[3] Otro Curioso ejemplar de hacha formada lo recuperó C. Morán en el dolmen salmantino en el Teriñuelo de Salvatierra. No lo incluimos en este pequeño catálogo debido a su diferente configuración, puesto quela perforación se realizó no en el extremo proximal sino junto al filo. Para más información cf. una aproximación a ciertas hachas particulares recuperadas en contextos neolíticos de la Meseta norte en Villalobos, R.: "El simbolismo de las hachas pulimentadas a través de los documentos arqueológicos de la Submeseta norte española". En 5º congreso Neolítico Peninsular (Lisboa 11), en prensa.

[4] En el caso Las Pozas, a confirmar (Delibes, com. pers.).

[5] Carmona Ballestero, E.: Las comunidades campesinas calcolíticas en el valle medio del Arlanzón. Tesis doctoral inédita presentada en 2012 en la Univ. de Burgos (consultada en http://hdl.handle.net/10259/175 el 27-02-2012).