NOTICIAS DE VILLAFÁFILA 2007

Ladis Fernández, hija de un aniquilado tras la sublevación militar de 1936, recoge en unas memorias inéditas los sucesos trágicos ocurridos en Villafáfila

I. GÓMEZ / J. A. GARCÍA

Villafáfila.- Ladis Fernández recibió las espinas de la Guerra Civil en primera persona, de forma dura y dramática porque perdió a su padre, Vicente Fernández, perseguido hasta la aniquilación por insurrectos y afines como si fuera una alimaña. Sólo en Villafáfila segaron la vida a 23 personas.

Ladis Fernández

Tanto le desgarraron el alma los crímenes, que dedicó parte de sus desvelos a plasmar por escrito los hechos, siempre que fue posible, con nombres y apellidos.

«Hoy es 14 de abril de 1998, y a partir de esta fecha me decido a escribir los recuerdos de lo que fue mi vida a partir de aquel 14 de abril de 1931, día de proclamación de la II República, yo tenía entonces dieciséis años». Así comienzas sus memorias.

La proclamación de la República cogió a Ladis en Zamora «aprendiendo corte». Al constituirse un Ayuntamiento republicano el padre, Vicente Fernández, fue nombrado alcalde. A Ladis le encargaron entonces que «cuando haya tela para una bandera republicana» la mandara para Villafáfila.

Pronto llegaron los primeros avisos de la tensión social. «El 15 de mayo, fiesta de San Isidro, a media tarde, cuando todo el pueblo estaba en el baile, se presentaron Galarza, Julio de la Higuera, Julio Luengo y otros a dar un mitin en la plaza, y el pueblo en masa se lanzó sobre ellos a grito de ¡fuera! ¡fuera! No les dejaron hablar», escribe.

En enero del año 1934 la familia se trasladó a vivir a Boñar (León), donde el padre llevó una vida recatada políticamente. «Pero el primero de mayo, al pasar la manifestación por delante de nuestra puerta, mi padre se emocionó y soltó ¡que viva la Unión General de Trabajadores! Nadie lo esperaba». De este modo descubrió el terracampino sus credenciales ideológicas.

Recuerda que durante el levantamiento de los mineros asturianos -octubre de 1934- «un sargento de la Guardia Civil se acercó a mi madre y a mí y nos dijo: las primeras que van a caer son ustedes». Un año después, «en diciembre de 1935», falleció la madre.

La sublevación militar fue conocida en Villafáfila el día 18 por la noche. Entonces comenzó el verdadero calvario desconocido e inolvidable. «A los dos días empezaron a armar el pueblo y a practicar detenciones. Mi padre, Felipe Martínez y Pepe Barrera, alcalde del Ayuntamiento, escaparon al ver detenidos». Regresaron al pueblo pero de nuevo volvieron a huir conscientes de la feroz persecución.«Transcurrieron 20 días sin saber nada de ellos y suponíamos lo peor, pues todos los días se hablaba de conocidos muertos por los caminos». Vicente Fernández se cobijó en casa de una hermana «que tenía corralón a las afueras del pueblo, donde tenía ganado». Amante de la lectura, «el día que los llamados Ricardos trasladaban un saco de libros al corralón, que también llevaban una paridera para disimular, se encontraron con un falangista que les preguntó dónde iban. Le dijeron que a enterrar un cerdo».

Los días seguían su curso sin cesar un ápice la búsqueda de Felipe, Barrera y Vicente. «Los falangistas iban a merendar a las bodegas y después a detener gente y a torturar. Un día fuimos a nuestra bodega y encontramos la puerta perforada a balazos. Creían que allí estaban escondidos» dice Ladis. Era una época de terror. «En el Ayuntamiento pegaban a los simpatizantes unas palizas bestiales para que entregaran las armas y dijeses dónde estaban los que no aparecían. Entre los detenidos estaba Gildo, de 17 años (fue llevado al frente de Aragón, donde murió). Cuando volvió traía la camisa incrustada en la piel de los vergajos que le habían pegado».

Ladis señala que (Leo)Nides se escondió entre las espadañas de La Salina y, luego, al irse al corralón se encontró con Vicente y Felipe, «que acordaron que se entregara porque creían que no le pasaría nada». «Así lo hizo y no volvió a casa». En sus memorias, relata que «al día siguiente fueron detenidas 23 personas y llevadas a la cárcel de Benavente».

A la vista de las detenciones, Vicente y Felipe abandonaron el corralón «y se refugiaron en el monte de Barcial, donde mi padre tenía un guarda jurado que les proporcionaba comida y noticias». Pero la persecución era tenaz y «lo detuvieron, le pegaron una paliza que lo dejaron por muerto, le terciaron en un burro y éste le llevó hasta Villafáfila».

El 12 de agosto es una fecha marcada a fuego en el recuerdo de Ladis. «Falangistas y efectivos de la Guardia Civil batieron el monte de Barcial y allí los encontraron. Cuando cogieron a mi padre estaba muerto. Por suerte se libró de que lo cogieran vivo. Como corrían detrás de ellos disparando no se sabe si le alcanzó una bala o se disparó él mismo, pues llevaba una pistola y siempre dijo que no le cogerían vivo. A Felipe no le ocurrió lo mismo. Le cogieron con vida y se ensañaron con él. Según testigos presénciales le sacaron los ojos en vida, la ataron a una encina para que las hormigas se cebaran en su sangre, le mutilaron sus partes y lo tiraron al río Esla» revive Ladis.

Expone además, «que a mi padre, según me dijo el juez que levantó el cadáver, le hicieron lo mismo, pero ya estaba muerto».

De este modo, Ladis y los suyos se encontraron a estas alturas de la vida sin madre y con el cuerpo del padre depositado en el Ayuntamiento de Villafáfila. «El alcalde mandó al alguacil para que nos hiciéramos cargo, pero mi tía contestó que a ella no le estorbaba que lo enterraran ellos». Un amigo hizo al fin la caja, «que no era fácil porque nadie quería comprometerse».

Conocidos estos pavorosos hechos, «Barrera cogió el tren en la estación de La Tabla, dirección a León, pero fue reconocido en La Bañeza, detenido e ingresado en la cárcel de San Marcos». Ladis considera una suerte que fuera juzgado en otra provincia porque «si lo hubiesen cogido en el pueblo no hubiese durado ni veinticuatro horas». Dos hermanos del apresado estaban entre los 23 detenidos en la redada de Villafáfila, y fueron condenados a 30 años de cárcel, una pena considerada injusta por algunos, al decir de Fernández, que señala que «la cuadrilla de mandamás no quedó conforme y se inventaron coger firmas para que los matasen. Se reunieron en casa de Luciano "El Ciego"».

Esta nonagenaria, homenajeada el pasado martes en Zamora, sigue con su estremecedor relato y sobre los 23 detenidos manifiesta que «los familiares de los presos, viudas y madres, fueron casa por casa pidiendo clemencia, pero no consiguieron nada». El maestro y el médico «lloraban ante la impotencia de no poder ayudarlas pues, según dijeron, era el cura el que tenía la llave de la vida y no estaba dispuesto a evitar la tragedia». Esta posición lleva a la hija de Vicente, muerto a los 47 años, a indicar que «una vez más tenía que haber mártires y dolorosas por culpa de la Iglesia. Por eso empecé a juzgar la religión a partir del 36. Aunque se siga celebrando la Semana Santa, queda claro que en cada pueblo de España hubo Pasión».

«En vísperas de Navidad les liquidaron»

«El día 22 de diciembre de 1936 les tocó a los mártires de Villafáfila dejar de sufrir. En dos madrugadas de vísperas de Navidad, para que fueran fechas señaladas, los liquidaron y se quedaron tan satisfechos», desvela Ladis al tratar sobre las ejecuciones.

Añade que «como la guerra seguía y empezaron a caer (soldados) en el frente, de ambos lados, una insensata del pueblo se atrevió a decir delante de mí: "hasta ahora eran todo risas y juergas, pero ahora nos va a tocar a todos"».

Ladis Fernández apunta que «nadie que no lo haya vivido puede imaginar lo que pasamos. Yo no tuve que pedir ningún favor. Tampoco me lo hubieran hecho. Como mi padre no ingresó en la cárcel no tuve que andar peregrinando como los demás, viendo malas caras y recibiendo insultos, pues además de ser las víctimas nos insultaban». Destaca que en Villafáfila «no hubo nunca conflictos laborales, sólo pedían trabajo. Nunca molestaron a la Guardia Civil para nada, todos eran pacíficos y cuando se quejaban a mi padre por alguna provocación todo era benevolencia. Pero les dio igual, pues no lo tuvieron en cuenta. Como había pocos casados, quedamos pocos huérfanos, pero costó mucho salir adelante».

Los represaliados:

Vicente Fernández Rodríguez , Felipe Martínez Uña, Fabriciano Sevilla, Manuel Martínez uña, Ricardo Lorenzo "Pelón", Gregorio Gallego Marcos, Leonides Manteca Alonso, Cecilio Gallego Alonso, Florencio Barrera Colino, Gervasio Barrera Colino, Esteban Alonso García, Porfirio Rodríguez Prieto, Pantaleón Caldero Botas, Emilio Miguélez Figuera, José Cuadrado Alonso, Ricardo Cuadrado Ferrero, Tomás Alonso Palacio, Martín Rodríguez Zamorano, Restituto García Torío, Santiago Fernández Martínez, Gregorio Martín Cela, Nicostato Borenzo "Pelón", José Figuera "Chicanero", Felipe Tejedor Torío, Martín Osorio "Rojote", Eulogio Benayas Alonso, Diego Rodríguez "Sacristán".


Construcción de un puente en la carretera Villafáfila-Villalpando

La mejora de la plataforma y firme de la carretera ZA-715, que une Villalpando con Villafáfila, incluye la construcción de un puente a la entrada de este último municipio, en cuya obra se trabaja en la actualidad. La actuación se extiende a lo largo de 15,7 kilómetros, está incluida en el Plan Regional de Carreteras y supone una inversión de 2,9 millones de euros cofinanciados con Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder). La construcción del puente ha obligado a cortar la carretera en la entrada de Villafáfila.