REORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO EN EL SIGLO XII

FUNDACIÓN REAL DE LA VILLA DE VILLAFÁFILA

HISTORIA DE LAS EXPLOTACIONES  SALINAS EN LAS LAGUNAS DE VILLAFÁFILA

 

 

 

 

Siguiendo a Martínez Sopena sabemos que desde mediados del siglo XII se observa en la comarca de Tierra de Campos una tendencia a la concentración y jerarquización del hábitat que se traduce en la aparición de algunas grandes villas y en la desaparición de muchos núcleos de población preexistentes.

Los reyes castellanos y leoneses promueven en la segunda mitad del siglo XII la población de algunos núcleos de la Tierra de Campos, fronteriza entre ambos reinos, a los que conceden fuero y jurisdicción sobre amplios alfoces. Este proceso no se limita sólo a esta comarca, sino que va extendiéndose por todas las regiones de los dos reinos con diferente cronología.

La finalidad de la población de las villas reales de la Tierra de Campos fue primordialmente defensiva, pues, a raíz de la división de los dos reinos de Castilla y León a la muerte del emperador Alfonso VII, esta región fue considerada estratégica por ambas monarquías, que además no tenían precisados los límites en esta zona. Pero no faltaban otros factores de tipo económico (durante los siglos XII y XIII se produjo un fuerte desarrollo económico) y de tipo político, como el afianzamiento del poder real frente a la nobleza laica y eclesiástica, aumentando el protagonismo regio e incrementando en su acción los recursos económicos de la corona[1].

Estas villas constituyen uno de los aspectos más significativos de la reordenación espacial, son potenciadas por una monarquía, que las utiliza como medio de consolidar su autoridad e ingresos frente a la aristocracia, y son dotadas de extensos alfoces y de amplios poderes sobre ellos. Sus funciones políticas, económicas y eclesiásticas les proporcionan un papel central en la región, que acentuó la concentración y diferenciación social de la población[2].

La creación de las pueblas reales viene marcada principalmente por la concurrencia de tres hechos:        

1- La constitución del concejo: al que la monarquía cede una parte de su poder y se conforma como instancia político-jurídica, a la que se supeditaban los concejos de las aldeas incluidas en su territorio. Los derechos de la corona serían representados en cada concejo por el tenente, el merino o un alcalde.

2- La conformación de un territorio o alfoz sobre el que la nueva villa ejercía su jurisdicción, a la vez que se organizaba el espacio. Esto se hacía mediante la cesión de tierras para el disfrute individual o colectivo de la comunidad.

3- El otorgamiento de una carta foral a sus habitantes, donde se incluían sus privilegios y exenciones destinados a fomentar la población, así como las obligaciones de los vecinos.

La población de estas villas es un proceso gradual: la llegada de nuevos pobladores, la conformación del alfoz  y la elaboración de los fueros se va haciendo paulatinamente, en un proceso que dura varios años.

Hay que descartar la idea de la creación “ex novo” de las villas en el siglo XII. Las nuevas poblaciones de la Tierra de Campos se desarrollan a partir de núcleos que ya existían antes de la segunda mitad del siglo. No se trata de fundaciones reales en sentido estricto de la palabra, sino del crecimiento de algunos de los pueblos de la región merced a los privilegios que los monarcas les conceden.

A partir de 1130 las futuras pueblas reales comienzan a destacar dentro del conjunto de villas de la zona y durante el reinado de Alfonso VII gozan de una función central claramente atribuida. Esto tiene una relación inmediata con el desarrollo del núcleo poblado.

Por tanto, la adquisición de funciones centrales por parte de estas villas, sean de tipo político, económico o eclesiástico (con frecuencia asociados), no se producen sólo desde la época de los sucesores del emperador, sino que viene precedida por una etapa entre los años 1125 - 1175 en que estos lugares emergen y se van definiendo entre los demás de la región.

Algunos de los centros políticos debieron volver a la vida, después del periodo de convulsiones que siguió a la muerte de Alfonso VI, otros cayeron definitivamente en el olvido, siendo sustituidos por pueblos próximos con una situación estratégica mejor o un desarrollo más dinámico.

En la provincia de Zamora se fundaron en esta época varias villas además de Villafáfila. Sabemos que Alfonso VII concede fuero y alfoz a Castrotorafe en 1129, que Fernando II funda Benavente en 1167 y Villalpando posiblemente en 1179, en el reinado de Alfonso IX se organizan Castroverde en 1202 y Puebla de Sanabria en 1220.

En la comarca de Tierra de Campos destaca la fundación de Mayorga y Aguilar en 1181, Villafrechós en 1184, Roales en 1209 y Valderas y Bolaños en fechas inciertas.

Antecedentes de la época del Emperador

Villafáfila, tras un largo periodo de ausencia de la documentación escrita (desde 954) con ese nombre (pues ya hemos visto la equivalencia entre Villafáfila y Lampreana), reaparece a partir de 1131. Durante los últimos años del reinado del Emperador se aprecia un notable incremento de la documentación conservada, que, junto con su contenido, deja traslucir un desarrollo y una importancia de la villa que puede ser preludio de su fundación como puebla real.

La función política de Villafáfila en estos años centrales del siglo XII se ve claramente en la mención de los merinos o villicos desde 1143 y de los tenentes desde 1156 que ejercían su autoridad sobre un territorio que parece ser más reducido que el antiguo de Lampreana. Así en las datas de ventas de bienes en Revellinos se citan los merinos de Villafáfila junto a los de León, en 1151 y 1155, lo que implica una dependencia de Revellinos. En 1148 se menciona la aldea de Requejo incluida en Villafáfila y en 1155 además, las de Villarigo, Abrollar y Otero de Sariegos:

 “nuestra heredad que poseemos de nuestros padres en territorio de Lampreana, en la villa que llaman Villafáfila, y es esa heredad una corte con cuatro posadas, una en Villarigo, y otra en Abrollar, y la tercera en Requejo y la cuarta en Otero de Sariegos”, de lo que se deduce que esos pueblos se incluían en Villafáfila.

A la vez aparecen indicios de un cierto incremento de la población, como puede ser la mención de las iglesias de Santa María y Santiago, ambas extramuros de la villa primitiva cercada, lo que indica un aumento de la trama urbana; además se puede traslucir un traslado de población desde la aldea cercana de Terrones para formar la colación de Santa María en 1147.

En 1156 se menciona por primera vez al arcipreste de Villafáfila, lo cual implica la asunción de funciones de centro eclesiástico de la comarca, que solía ir unido a la adquisición de otras funciones centrales de carácter político o económico.

El aumento de la población o al menos la afluencia de gentes de otras comarcas se puede deducir de la mención de varios vecinos con orígenes diversos: de Vidayanes, de Toro, de Armellada,..

En estos años se observan una serie de actuaciones del emperador Alfonso VII y de la infanta Sancha en la organización territorial de la zona. Así, dejando al margen la concesión del alfoz a Castrotorafe en 1129, alguno de cuyos límites llegan a los confines del que será futuro alfoz de Villafáfila, en 1152 el emperador concede la iglesia de Santo Tirso y la ermita de San Pedro al monasterio de Santa Mª de Sar de la Coruña, y se citan por primera vez los términos de Villafáfila “inter terminos de uilla Fafia et Tourum” (refiriéndose a los de Castro Torafe, no a los de Toro como pudiera parecer); en 1153 la infanta dona la heredad e iglesia de Bamba al monasterio de Castañeda; en 1154 el emperador concede a la diócesis de Astorga las tercias de Villafáfila y de toda la tierra Lampreana y al año siguiente dona una heredad y dos iglesias de Villafáfila al monasterio de Eslonza. En el primer año de su reinado su hijo Fernando II continúa con la reordenación territorial de la zona y procede a la donación de Villa Ordoño al monasterio de Santiago de Moreruela.

En resumen, en el caso de Villafáfila, la conversión en centro político-administrativo, económico y eclesiástico, se produce desde la época de Alfonso VII y, posiblemente, sea una continuación de las funciones desempeñadas por Lampreana durante los siglos X y XI.

Proceso de organización de la villa

La fecha de la fundación de las villas suele coincidir con la de concesión del fuero, si se conserva como el caso de Benavente o Mayorga, o con indicios documentales de estancia de los reyes, de enajenaciones de patrimonios para la dotación de tierras al concejo, y otros, como es el caso de Villafrechós y Aguilar con movimientos de población desde las aldeas a la villa.

La creación de la puebla  u organización de la villa de Villafáfila es difícil de precisar, pues no se ha conservado carta foral o documento que nos indique la fecha. Creo que debió de hacerse durante el reinado de Fernando II de León, coincidiendo con las de Malgrat-Benavente (1164 - 1167) y la de Villalpando (entre 1165 y 1179).

Para ello me baso en ciertos indicios:

- la estancia del rey en Villafáfila en agosto de 1160 donde concede mercedes a Gonzalo Muñoz:

“Facta Cartula in Villa Fafilam 14 Kalendas septembris subera MCLXXXXVIII”[3],

pues suele ser habitual la presencia real en el inicio de la organización de las nuevas villas y de la concesión de fuero.

- la presencia en Villafáfila como tenente o mandante de Fernando Rodríguez en 1165[4] y 1174[5], pues este personaje participa activamente en la organización de la villa de Benavente en esa época.

- en el documento de donación de la villa a la Orden de Santiago en 1181[6] se dice que se dona “per omnes terminos suos novisimos et antiquos”, lo que parece indicar una intervención reciente en la fijación de los mismos, pues este rey había seguido haciendo concesiones de pueblos en la comarca a diversas instituciones, como la donación de Villalba y Moscas, aldea situada entre Otero y Villalba,  a la catedral de Santiago en 1170 “illas meas villas dictas Albam et Muscas cum ecclesiis suis et pertinentiis suis[7].

De los tres hechos característicos que marcan la fundación de las villas reales sólo poseemos referencias indirectas:

1- El concejo aparece citado ya en 1165 en que actúa como “auditores et sapitores” y los alcaldes son citados por vez primera en 1176.

2- En cuanto a la concesión de fuero nos es totalmente desconocida la fecha de la misma. Los fueros eran un conjunto de disposiciones judiciales, tributarias y organizativas de las villas concedidas particularmente a cada una de ellas pero que siguen como modelos más característicos los fueros de Benavente de 1167 o de Mansilla de 1181.

Aunque podemos rastrear la existencia de obligaciones forales desde el reinado de Alfonso VII cuando exime las heredades que dona al monasterio de Eslonza en 1155 de hacer foro:

“...et pro ista hereditate non faciatis nullum forum...”[8].

Es en el documento de donación de la villa a la Orden de Santiago de 1229[9] donde hay sobradas referencias a la existencia previa de una serie de disposiciones forales como son:

. La reserva de justicia real en los casos de traición, ladrón notorio, violación de mujer o destrucción de camino público, cuando se especifica que en estos cuatro casos entrará a juzgar el rey o un hombre suyo, convocado primero el vicario de la orden, y, de los bienes muebles que se cobraren por las sentencias, la mitad es para la orden y la mitad para el rey. También se ejercerá la justicia real cuando el vicario que pusiera la orden fuera negligente en la aplicación de la misma, en ese caso no se percibiría nada por parte del rey.

. La disposición “os den aquel foro que tenían obligación de darme a mí y que tengan sus heredades y posesiones mientras otros no hubiesen de habitar, si pues fuesen a habitar otro lugar, pierdan las posesiones y heredades que tuviesen en aquellas villas y vosotros dispongáis de sus heredades. Pero si quizá alguno por causa de homicidio fuese expulsado de alguna de estas villas, viva donde pueda y tenga su heredad, haciéndoos de ella el debido foro”.

3- Sobre la concesión de tierras al concejo no existen indicios, aunque debió de producirse, como en otras villas, la asignación de tierras para el disfrute colectivo del concejo y el reparto de lotes entre los vecinos que venían a poblar la villa, y a cambio de estas tierras y de los solares donde edificaran sus casas, estaban obligados a dar a rey las prestaciones forales debidas. La delimitación del alfoz, al no tener referencias documentales en que basarme se tiene que hacer analizando las menciones de aldeas incluidas en los términos o del análisis de los despoblados medievales.

Ordenación espacial de la villa

El emplazamiento de la villa ocupa un terreno llano pero ligeramente ondulado, a 1 Km. de la Salina Grande, en una zona de fácil afloramiento de aguas subterráneas que forman pozos artesianos.

La villa primitiva se establece posiblemente en la primera mitad del siglo XII. El hecho de que la iglesia de Santa María se cite en 1147, la de Santiago en 1155[10] y la de San Juan en 1165[11], y todas ellas se encontraran fuera del recinto cercado puede hacernos suponer que éste se estableció con anterioridad, en torno a la actual Plaza del Reloj, ocupando la parte más alta de una suave loma.

De ella parten cuatro calles principales dirigidas a los cuatro puntos cardinales, que llevaban a sendas puertas abiertas en el recinto amurallado de la misma. La puerta sur, llamada de San Juan, por su proximidad a la iglesia del mismo nombre, está documentada en 1165:

“...una casa cun suo exido in Villafafila, ad portam Sancti Ioannis...”[12].

Sabemos de la existencia de varias puertas, que se cerraban con llaves por la noche en 1417:

“las llaves de las puertas de la dicha villa e para cerrar e abrir las dichas puertas... e guardar las dichas puertas e las abrir e cerrar en los tiempos que cumplen”.[13].

En 1482 se dice que se pongan los pregones:

“uno en el concejo y otro a cada puerta de la villa”[14].

 

Iglesia Santa María en 1924

 

 

La cerca era de tapial como la mayoría de los edificios de la villa y en 1494 estaba deteriorada y rota para dar salida a las calles que abocaban a la cerca:

“Vesitamos la dicha villa e muros della los quales son de tierra muerta e muy maltratados e aportillados”,

de tal manera que tres años más tarde 1497, el comendador Alonso de Esquivel, al hacer la averiguación del vecindario y bienes de la Orden de Santiago en Villafáfila:

le pareçyo no ser justo mandar apreçiar la çerca que la dicha villa tyene, ny los maestros sobredichos la quesyeron apreçiar, por estar toda casy en el suelo”;

y en el año de 1499 se procedió por mandado de los Reyes Católicos a repararla:

“los muros de la villa son de tierra y estan aportillados todos que agora comenzo a façer en los portillos una tapia en alto el conçejo”[15].

Discurría paralela a las actuales calles de El Rosario, La Botica, El Sacramento y El Triunfo, formando un cuadrado de unos 200 metros de lado, incluyendo en su recinto una superficie aproximada de 4 hectáreas. La longitud y disposición de la cerca se puede determinar observando el trazado urbano actual (aún persisten posibles restos en el ángulo S.E.), y de las referencias documentales de épocas posteriores. En 1542, en la toma de posesión de la villa para enajenársela al Marqués de Távara se prohíbe que los vecinos hagan silos en la cerca[16]. A partir de 1555 inicia una serie de ventas a fuero de las porciones de la cerca a los vecinos de Villafáfila con cuyas casas o corrales limitan. Las longitudes de estos trozos son variables pero la anchura parece que ocupaba unos  15 pies.

Pero en algunas partes permaneció el tapial de la cerca. En 1707, a propósito de un pleito sobre unas casas, se hace mención de que estas:

“...enfrentan con la iglesia de San Martín y por la parte de los corrales...con la cerca de la dicha villa...” paralela “...a la calle que va de Zamora a León y hacia las casas y laguna de San Marcos...” (Actual calle de El Rosario);

además, se nos da noticia de sus restos “...vio muchos tomultos de tierra... era una ronda o calleja de servicio de las casas de aquel barrio... aunque se reconocían algunos tumultos altos...”[17].

En el Catastro de 1751, a propósito de la delimitación de diferentes casas, se cita varias veces “la cerca” “la calle de la cerca”, “la cerca del Marqués”, y en una de ellas de modo más preciso se dice que limita “...al norte con la cerca, al mediodía con la calle que va de San Juan a San Salvador y al levante con calle que baja de San Martín...”[18].

Promontorio de tapial, últimos restos de la antigua fortaleza medieval de Villafáfila

 

En el ángulo N.O. del recinto cercado se alzaba la fortaleza o castillo, cuyo topónimo aún perdura, junto a dos gruesas paredes de tapial incorporadas al caserío actual. Las primeras referencias al castillo son indirectas:

Así desde 1156 se citan los sucesivos tenentes de la villa:

“Comite domno Poncio tenente Uillam Fafilam[19], cargo que implica la existencia de la fortaleza.

En 1199, en la carta de arras a Dª Berenguela entre las tenencias de los castillos que se reserva el rey por su importancia y que no le cede a su mujer para que las tengan los castellanos, figura el de Villafáfila[20].

En 1417 se cita el castillo:

“en el alcacer de la dicha billa e diz que esta hoy dia en poder del alcayde del dicho alcacer", siendo diferente del palacio del comendador "que le non pudiesen tomar ny tomasen rropa ny legña para el palacio ny para el alcacer”[21].

Ya en el año de 1494 estaba en mal estado:

la fortaleça es de tierra y tiene fasya la villa unos baluartes muy mal tratados[22].

En 1497 se nos da noticia de su mal estado:

“la dicha fortaleza ansi lo alto como lo bajo y paredes y teja y madera...esta tan disipada que muy pocas paredes se mantienen enhiestas...e que la casa que en ella esta edificada...el alcaide que la mando poner no osa bevir en ella ni esta para mas de dar consigo en el suelo...”[23].

Al recibir la villa el comendador de Castrotorafe en 1498 realizó alguna pequeña obra en el castillo para que pudiera vivir allí su alcaide:

la qual dicha fortaleza es toda de tierra e tiene un muro de tierra alto e pocas defensiones e asimismo tiene un aposentamiento pequeño todo pobre cosa dize el comendador que no es obligado a la reparar que aquel estado la resçibio y aun el ha hecho algo en el aposentamiento, sus altezas manden en ello probeer lo que sus serviçio fuere

y todavía en 1501 vivía el alcaide en la fortaleza:

es toda de tierra e tiene pocas defensiones segun paresçe y una casa y ciertos baluartes? derribados salvo un aposento donde esta el alcaide”.

El estado de la misma se siguió deteriorando y en 1503:

Visitaron los dichos visitadores la fortaleza de la villa la qual es toda caida y no ay en ella defensiones ni contrafuertes, los muros de la dicha villa son de tapia y estan caidos, en el libro de la visitaçion pasada dize que ovieron informaçion de lo que esta derribado y en que tienpo se derribo y dieron la informaçion al mayordomo del comendador y por eso no mandan nada y que manden sus altezas probeer en ello”[24].

La fortaleza se derrumbó hacia 1511:

hubo una casa fuerte e fortaleza de tierra que de treynta años a esta parte se cayo y al presente esta cayda[25].

Mapa situación de la muralla, castillo e iglesias

 

En 1751, entre los bienes del Marqués de Távara, señor de la villa, se cita:

“...el sitio donde antiguamente se reconoce ubo un castillo de fortaleza, el que oy se halla del todo arruinado sin haber quedado otra cosa ina que un gran promontorio de tierra y algunos silos...”[26].

Sus suelos y los restos de su tapial fueron requeridos por el fabricante de salitre de Villafáfila en 1789, para su utilización como tendederos y como tierras de extracción, pero la negativa del Duque del Infantado, señor entonces de Villafáfila, originó un largo pleito. Posteriormente parte de los terrenos fueron vendidos como solares para que en ellos edificaran sus casas algunos de los vecinos a los que se les derribaron sus casas para construir la Real Fábrica de Salitres en 1796. En el área del castillo se encuentran restos de cerámica medieval correspondiente a los siglos XII - XIII, que sirven de confirmación arqueológica de la documentación escrita. [27].

Dentro del primitivo núcleo cercado se encuentra un gran espacio abierto que actualmente corresponde a la Plaza Mayor, donde estaba el palacio del comendador que se cita en 1417. En 1494 los visitadores de la Orden de Santiago dicen:

“visitamos unos sitios de casa que a que tuvo la horden que es junto a la plaza desta villa e por informaçion de honbres que vieron alli hecha casa y vieron en ella onbres de Pº de Ledesma y que en la dicha casa an visto tener las mulas de labrança del dicho comendador y de su padre que tanbien fue comendador[28].

En la plaza debía de estar ubicado el azogue o lugar en el que se celebraba el mercado diario, que casi siempre se hallaba en el centro de las villas, a diferencia de la ubicación del mercado semanal o de las ferias que solían celebrarse extramuros de las villas[29], y que posiblemente se localizaría al final de la actual calle de La Botica en el entorno del llamado Pozo de la Villa (pues aún perdura el recuerdo de la feria anual de Santa Isabel, y allí era donde se establecían los trilleros y otros artesanos de madera y aperos). La existencia del azogue la conocemos de forma indirecta en el año 1310 donde el obispo tenía alquiladas unas:

“...casas en el Azogue, porque dan a longuer...”[30].

Ruinas de la fachada de la Iglesia de San Martín

 

Alrededor del primitivo casco antiguo se fue desarrollando la trama urbana de la villa por aposición de barrios nucleados en torno a las iglesias, que se irían fundiendo en una única población, respetando el eje de caminos Norte-Sur.

La construcción de las iglesias se produjo a lo largo de los siglos XII y XIII hasta alcanzar el número de diez parroquias documentadas, cuya localización puede hacerse por la pervivencia de varias plazas o calles con los nombres de aquellas, y la persistencia del recuerdo y de la tradición oral, pues las cuatro últimas han conocido este siglo.[31]

De las diez parroquias, sólo una estaba situada dentro del recinto cercado, la de San Martín, que posiblemente sería la más antigua, y en el siglo XV a su  colación se la conoce con el nombre de La Villa, lo que es bien expresivo de la situación de la villa primitiva. No obstante, dentro del recinto interior de la cerca algunas otras parroquias extramuros tenían feligreses, lo cual puede deberse a que con la organización real de la villa se asignaron parroquianos dentro de los muros a las diferentes iglesias que ya existían o iban surgiendo.[32]

Además del tejido urbano más o menos compacto de la villa, tenemos noticias de la existencia de arrabales, “e pongan mojones e todos aquellos que de los mojones adentro facia la dicha villa e arravales senbrare pan o toviere huerto o una viña que lo cierre de una tapia en alto”[33], y de una Puebla, que a principio del siglo XIV estaba deshabitada, “...e una tierra en que fue la Puebla...”. Que se localizaba al norte de Las Pilas.

Asimismo otro arrabal se localizaba al este de la villa en torno a la ermita de la Magdalena, citada en 1512, en cuyo territorio todavía habitaba un vecino en 1597.

Como en otras villas de Tierra de Campos, dentro del recinto urbano no solamente había viviendas, sino que existían, entremezclados, pajares, palomares, cortinas, huertos, establos, bodegas, silos, etc..., con una diversificación del suelo urbano que contribuía a su mayor extensión. La agrupación de los huertos en un área determinada la conocemos desde 1143:

“una viña in Uilla Fafila...in illos ortos”,

en 1148 “una corte ad cimiterio sancte Marie”[34],

en 1165 “una casa cum suo exido “[35],

en 1490 la casa de Collantes tenía aneja una huerta, con un palomar y lindaba con otras huertas;

a las afueras de la villa habría huertos de mayor extensión o josas como la que poseía el monasterio de Moreruela:

“...per la xosa que a el monesterio en cavo la casa no les fagan de aqui adelante carrera...”[36];

la huerta del comendador también estaba junto a la villa:

vesitamos una huerta que es junto con la villa”.

Las bodegas medievales estaban junto con las casas y eran de arcos de ladrillos, como la que dejó Yván de Collantes a su muerte en 1490:

la bodega dentro de la villa con su lagar, linderos bodega de herederos de Pº Rodríguez y casas de Alonso Fernández y calle de cabe la cerca”.

algunas de las bodegas han persistido hasta la actualidad, como las que estaban detrás de la conocida Casa-Palacio del Duque, que están derrumbadas al inicio de la calle de Rejadorada, pues ya figuran en los linderos de la casa que compró don Pedro Pimentel en 1475:

en la colacion de San Martin en la plaza dentro de la villa, linderos casa de Juan de Villagómez y lagar de Alvaro de León y bodega de Juan de Valderas y calles publicas y plaza del conçejo;

 los silos donde se guardaba el grano eran subterráneos y estaban en las calles de la villa y en las zonas altas, como Santa María o el Corrillo, aunque eran de propiedad privada.

Localización de la puerta de San Juan

 

La extensión de la superficie urbana en esta época la podemos calcular en base a la localización de las iglesias, pues el tejido urbano se entramaba alrededor de las mismas. Si tenemos en cuenta que la distancia entre San Andrés y Santa Marta, que se sitúan en el eje longitudinal, es de 900 m. en línea recta, y que la distancia de Santa María la Nueva a San Salvador, en el eje transversal, es de 600 m. nos da una superficie de más de 50 Ha., que extendían la villa hasta los campos sembrados.

Así en 1417 se menciona el problema que de ello se derivaba:

“dixeron que en la dicha Villafafila non abia exido nynguno, que se moreaban las tierras juntas con la billa, e los dueños de las dichas tierras no las querian cerrar e prendaban los ganados que en las tales sementeras entraban, de lo qual venya a la dicha billa muy gran daño, por aber cerca los tales panes que ansy estan juntos con la dicha villa”[37].

En los siglos posteriores se fue reduciendo la superficie urbana, sobre todo en los arrabales de Santa María la Nueva y Santa Marta, hasta llegar el siglo XVIII, cuando la construcción de la Real Fábrica de Salitre trajo como consecuencia el derribo de muchas casas y el replanteamiento del espacio urbano. En esa época era frecuente encontrar cimientos en solares que estaban destinados a cortinas o eriales en la periferia del pueblo, indicio de la reducción del caserío en ese tiempo:

“pues según informes que tenemos  y según emos experimentado en varias escabaciones que se han echo, donde se han encontrado varios cimientos, este paraje pudo estar todo é habitado en lo antiguo”[38].

El alfoz de Villafáfila

La palabra alfoz sirve para denominar el territorio sobre el que la villa ejercía su jurisdicción; dentro de ese contorno existían varias aldeas dependientes de aquella.

La delimitación de los alfoces podía hacerse por el rey en el momento de la fundación de las villas, o en sucesivas intervenciones sometiéndolo a ampliaciones o reducciones durante los siglos XII y XIII.

El alfoz de Villafáfila quedaba delimitado por el de Castrotorafe, cuyos límites fijó Alfonso VII en 1129, por el de Benavente, establecido entre 1167 y 1181, por la villa de Vidayanes de la Orden de San Juan, por el de Villalobos al que pertenecía la aldea de Villanueva la Seca, que limitaba con el término de Revellinos por el norte, por el de Villalpando, por el de Salinas, Otero y Muélledes. Algunas veces existe una correspondencia entre los antiguos territorios de los siglos X y XI, y los  nuevos alfoces de las villas. En el caso que nos ocupa, el de Villafáfila es de menor extensión que el antiguo de Lampreana y su reducción se debieron de producir por donaciones de tierras y aldeas por parte de los reyes con la consiguiente inmunidad.

Limite del alfoz, comprendía los términos de Villafáfila, San Agustín y Revellinos

 

Además de las actuaciones reales de concesiones de tierras y villas a diferentes monasterios hechas en la zona por Alfonso VII, la infanta Sancha y Fernando II entre 1152 y 1170 antes citadas, que supusieron una reordenación territorial de la zona, se debieron producir otros procesos similares entre 1181, cuando Fernando II hace donación Villafáfila a la Orden de Santiago para que establezcan su casa principal (donación que no tuvo efecto por el incumplimiento de las condiciones por la Orden de Santiago) y la entrega definitiva de la villa y su alfoz a esa milicia en 1229 por Alfonso IX.

Así debió de excluirse Otero de Sariegos, pues en 1178 pertenecía al alfoz:

“hereditete qua habet in Otero de Serigo....iacet supranominata uilla in alfoz de Villa Fafila...”[39],

pero en el siglo XIV ya pertenecía a D. Arnao de Solier, señor de Villalpando. Antes de su muerte, Alfonso IX donó la villa de Villarrín a su nieta la reina de Portugal, Dª Mencía, que en 1257 lo vende a la abadía de monjas de Cañas, de la Rioja, en escritura hecha en Villafáfila[40], y en algún momento de esa época el monasterio de Santa María de la Puente recibe la aldea de Fortiñuela.

Con el establecimiento definitivo del señorío de la Orden de Santiago sobre Villafáfila y sus aldeas a partir de 1229 y su transformación en una encomienda de dicha milicia, el alfoz tuvo que quedar definitivamente fijado y delimitado mediante hitos y mojones que se renovaban periódicamente para evitar conflictos con las villas y aldeas vecinas. De esta manera estaban en 1418:

“...e dizen que teniendo ellos sus therminos e pastos en que andan sus ganados e bueyes e bestias amojonados e señalados entre ellos e el concejo e oficiales e omes buenos de Benabente e tenyendo alli sus ganados e bestias e usando de sus therminos como syenpre usaron e acostumbraron...”.[41].

Escudo de la Orden de Santiago

 

 Aún así conocemos los problemas de límites con el monasterio de Moreruela en torno al monte de La Tabla. Estos surgen como consecuencia de la permuta que realizan los monasterios de Sahagún y Moreruela de las heredades de Montenegro y Muélledes en 1254. El concejo de Villafáfila alegaba que en estos montes tenían derecho de pacer y cortar leña a lo que se negaban los nuevos propietarios. Esto llevo a un arbitrio de tres jueces, Fernán Fernández, alcalde del rey, Minaya de Zamora y Martín García, comendador de Castrotorafe en 1256 que establecieron los límites a los derechos de pasto y corta en los citados montes, entre las carreras que se juntaban en el Pedrón que marcaba el coto del monasterio y se dirigían a Villafáfila y a Bretó, y desde estas carreras contra Villafáfila[42].

Asimismo entre los vecinos de Benavente y sus aldeas, en especial Santovenia y Valle, y los de Villafáfila y las suyas  hubo diferencias por el uso de los pastos de espacios como “El Prado del Valle” y por la explotación de los montes de leña, que tuvieron que dirimirse mediante el nombramiento de dos jueces especiales, uno por parte del maestre de Santiago como señor de Villafáfila y otro por parte del conde de Benavente, como señor de dicha villa, que sentenciaron en vista pública celebrada en el Pedrón Blanco, en la raya entre Villafáfila y Valle[43].

Con otros pueblos vecinos conocemos referencias más tardías o indirectas, pero que seguramente tendrán su origen en la Edad Media. Así conocemos la existencia de una Recierta o término en disputa entre Villafáfila y Muélledes antes de 1525[44], que dio origen a un largo pleito en Chancillería en el siglo XVI. Entre las indirectas creo que la denominación del un pago de Villárdiga junto a la raya de Villafáfila conocido como Las Diferencias indica la existencia de diferencias en la delimitación, en una zona próxima a donde se debió de ubicar la aldea de San Isidro.

La extensión del alfoz sería de unas 12.000 Has., ocupando básicamente los términos municipales actuales de Villafáfila, Revellinos y San Agustín  del Pozo, aunque dentro del mismo podía haber algún territorio exento de jurisdicción como es el caso de Fortiñuela que pertenecía a los canónigos de Benevívere, o la aldea de  Salinas que en el siglo XV pertenecía a D. Pedro de Ledesma, montero mayor del rey Enrique II y comendador de Castrotorafe y Villafáfila.

Sobre las aldeas que se integraban en el alfoz de Villafáfila tenemos referencias indirectas, por lo que para hacer la relación incluyo aquellas de las que tenemos noticias documentales de su pertenencia al mismo, o que sabemos con certeza la ubicación de sus restos dentro de los términos antes citados.

Algunas de las aldeas más antiguas de las que tenemos referencias desde los siglos X y XI no vuelven a ser citadas en la documentación posterior, como es el caso de Coreses o Villa Travessa. Otras son citadas por última vez en el siglo XII, por lo que suponemos que se debió producir un fenómeno de traslado de los pobladores de algunas aldeas hacia la villa en el periodo de organización de la misma, como sabemos que ocurrió en otros lugares de Tierra de Campos[45]. Un ejemplo de lo anterior puede ser el caso de Terrones, aldea conocida desde 954, cuyo concilio y su presbítero donan la iglesia de Santa María al monasterio de Eslonza en 1147, por lo que, presumiblemente, pasarían a integrar la colación de la parroquia en la nueva villa[46], o el caso de Oter de Frades, aldea del monasterio de Sahagún, que estaba deshabitada en 1201, a la vez que este monasterio poseía la iglesia de San Miguel en la villa.

Además es frecuente encontrar yacimientos cuyos restos materiales no superan el siglo XII - XIII.

Relación de aldeas integradas en el alfoz de Villafáfila y año de su última cita:

-San Agustín

-Revellinos

-Otero de Sariegos, en 1178 dentro del alfoz de Villafáfila

-Sobradillo 1310

-San Feliz 1310

-Villarigo 1310

-San Pedro del Otero 1310

-Oter de Frades 1201

-San Clemente 1185

-Requejo 1178

-Prado 1178

-Santa Cruz 1178

-Carragosa 1153

-San Juan de Muélledes 1129, (en 1503 como despoblado)

 

Despoblación de la comarca en la Baja Edad Media

Con el paso del siglo XIII se produjo un proceso de desaparición de varios núcleos poblados o aldeas del término de Villafáfila, así como una disminución de la población de la villa.

Sobre ésta sabemos que la iglesia de Santiago debió de desaparecer a lo largo del siglo XIII, pues se cita por última vez en 1201, debido a que estaba situada al lado de Santa María y las dos pertenecían al monasterio de Eslonza, al que le sería más rentable la concentración de todos sus feligreses en una sola parroquia; antes de finales del siglo XV tuvieron que desaparecer otras dos de las diez parroquias:

Santa  María la Nueva se cita por última vez en 1310 como parroquia,

y todavía en 1332 había cura en la iglesia de San Miguel.

En cumplimiento del testamento de Yván de Collantes, fallecido en 1490, se dan:

“100 mr a nueve yglesias de la villa que monta 900 mrs”,

pero en 1494 solamente se citan siete iglesias parroquiales en la villa y dos en la tierra:

“y son siete en la villa y dos en dos aldeas que son San Agostin e Revellinos que son nueve iglesias”[47].

Santa María la Nueva permaneció como ermita hasta el siglo XVII, San Miguel fue anejada a la parroquia de San Salvador.

En 1283 se cita la heredad de Pobladura en término de Villafáfila que correspondería a una pequeña aldea[48], y en 1310 se menciona la tierra en que fue la Puebla, que indica la existencia de un despoblado antes de la crisis demográfica de la segunda mitad del siglo XIV. En la Baja Edad Media se menciona la existencia de numerosos despoblados en los entornos de Benavente, Villalpando y Zamora[49]. No disponemos para el territorio incluido en la diócesis de Astorga de datos generales para el conocimiento de los lugares despoblados, por lo que el fenómeno de despoblación lo deducimos de datos indirectos, como la última mención de una aldea y de que a fines del siglo XV sólo figuran en la jurisdicción de Villafáfila las aldeas de Revellinos y San Agustín.

El proceso de desaparición de aldeas en los términos de Villafáfila debió ser continuo desde mediados del siglo XII, con la diferencia de que, hasta finales del siglo XIII, la población de las aldeas se traslada a la villa para integrar las diferentes colaciones, y, a partir del siglo XIV, tanto la villa como las diferentes aldeas de su alfoz sufren una evolución demográfica desfavorable, que debió de ir paralela y ser consecuencia de la disminución de la producción de las salinas, además de incidir negativamente las pestilencias (sabemos de la presencia de la Peste Negra en la comarca en 1348), las guerras civiles (sobre todo el paso de las tropas angloportuguesas del Duque de Lancaster en 1387) y abusos nobiliarios que dieron lugar a la gran crisis general del reino de la segunda mitad del siglo XIV[50].

La disminución de la producción salinera se nota por la escasez de referencias documentales de compras, ventas y rentas de la sal a partir del siglo XIII. Creo que pudo ser causada por un progresivo agotamiento de la riqueza salinífera de las aguas que incidiría en la rentabilidad de las explotaciones, con el consiguiente abandono de muchas de ellas. Además tres hechos acontecidos en el siglo XIII pudieron afectar negativamente en las salinas de Villafáfila:

- la unión política de Castilla y León en 1230 supuso una apertura de los territorios leoneses a la sal de las salinas castellanas de Añana, Poza, Atienza, que hasta entonces habían pertenecido a un reino enemigo, con la consiguiente dificultad de circulación.

- la conquistas andaluzas y murciana del reinado de Fernando III supusieron el desarrollo del comercio a larga distancia que incidiría en los precios de la sal.

- el aumento de la pluviosidad y humedad general y el descenso térmico de un grado en el clima[51] debió de tener una incidencia negativa en los procesos de extracción de la sal que necesitaba de periodos secos y calurosos para la evaporación del agua de las pausatas.

El descenso generalizado de la población provocó que numerosos señores de vasallos promulgaran diversas exenciones y disposiciones para evitar la marcha de los vecinos de sus tierras y atraer a otros pobladores, como las concedidas a la villa de Toro en 1301 por la reina doña María:

los que vinieren i morar daqui adelante, así de los alcazares como de las pueblas de las Ordenes, y de otro lugar qualquier, de los quitar la meatad de los pechos por diez años”;

o las concesiones de exención de tributos otorgadas por el infante don Juan y sus sucesores a sus vasallos de Castroverde[52].

 

Castillo de Castrotorafe

 

Estas actuaciones en comarcas cercanas, junto con ciertas disposiciones de las Cortes de Valladolid de 1325 que permitieron a los vasallos de las Ordenes Militares habitar en las villas y ciudades del rey sin perder por ello sus heredades solariegas, con la única obligación de pagar los derechos foreros, tuvieron que favorecer el abandono de pobladores de Villafáfila y comarca hacia esas villas.

Con el fin de atraer pobladores a sus tierras, la Orden de Santiago dispuso en 1310:

E los que vinieran a poblar en la tierra que sean escusados de pecho por diez años”[53].

También los maestres atenuaron las cargas feudales de sus vasallos para evitar el abandono de sus pueblos. Así cuando el maestre don Vasco Rodríguez entrega la villa y tierra de Villafáfila en encomienda a Juan Alfonso de Benavides, éste se compromete a mantenerlas pobladas y a no inferir abusos a los vasallos:

“poblemos los vuestros vasallos de los dichos lugares en quanto nos pudieremos et que los non desaforemos nin levemos dellos mas que los pechos derechos que ellos a vos e a la vuestra orden an a dar”,

y el maestre don Lorenzo Suharez dio una carta a fines del siglo XIV para que los comendadores de Villafáfila:

“non tomasen de aquy adelante la dicha rropa ny legña ny las dichas posadas para el ny para sus homes ny para sus bestias ny les ficiese otros agravios ny sinrazones...e visto en como por el señor rey de Aragon (Fernando de Antequera, que fue Maestre de Santiago antes de ser elegido rey de la corona de Aragón en 1412), que Dios de pronto parayso, fue fecha provisyon por una su carta en que mando que era servicio de Dios y poblamiento de la tierra que se non diesen las dichas posadas” [54].

Parece que en la segunda mitad del siglo XV se produjo un aumento de la población en las villas de la corona de Castilla, que se pone de manifiesto por la roturación de nuevas tierras para el cultivo; en Villafáfila tenemos noticias de roturaciones a finales del siglo XV:

“conosçio ser señor della a don Pedro Pimentel (lo fue hasta 1497) e a su muger doña Inés en cuyo tiempo el conçejo justicia regimiento e vecinos rompieron un termino grande en ella que llaman Baltamariz que es conçegil”[55],

pero no supuso la repoblación de los antiguos despoblados, aunque en alguno de ellos hubo intentos. Conocemos por referencias de diversos testimonios de 1530 el proceso de despoblación de la aldea de Fortiñuela, entre la villa y San Agustín, los más viejos, que se acuerdan desde 1460 dicen:

“conocio ver poblado Fortiñuela y conosçio a dos veçinos que se pasaron a vivir a Santa Elena cuando se despoblo el dicho termino e lugar e quedaron alli unas casas e una iglesia destejada con una canpana pequeña”, “no se acuerda de verlo poblado de çinquaenta e çinco años a esta parte pero oyo deçir a su padre e a su madre que quando se desposaron (antes de 1465) vivia en el dicho Fortiñuela el padre de su madre”.

En las últimas décadas del siglo XV pudo permanecer alguna población residual e intermitente, uno de los testigos de edad de 70 años dice que:

 “siendo este testigo muchacho vio en Fortiñuela tres casas e conosçio dos veçinos que estaban alli huydos de las pestilençias de Villafáfila e este testigo estaba alli con ellos huydo de las dichas pestilençias y que estaba alli una iglesia que se llamaba de San Pelayo”.

A finales del siglo XV hubo un intento de volver a poblar el lugar, probablemente bajo los auspicios de los priores de Santa María de la Puente, a quien pertenecía:

“este testigo nunca vio poblada Fortiñuela pero que se acuerda que se queria tornar a poblar e que vio que en el començaban a fazer casas e moraban en el algunos vezinos, que esto era en el tienpo que se fueron los judios e que despues este testigo vio que se torno a despoblar no sabe como ni porque”.

Parece que estos repobladores tardíos podían ser vecinos de San Agustín, a los que los priores les habían arrendado los términos para su cultivo, pues en 1537 se declara:

“al pie de çinquenta años (1490) que este testigo vio que çiertos vºs del lugar de San Agostin que arrendaron dicho termino al prior hizieron en el çiertas casas para vivir en ellas y despues las batieron las dichas casas y este testigo las vio batidas y derribadas”.

El caso es que no se consiguió la permanencia de la aldea, quedando su iglesia durante un tiempo como testigo mudo de un poblamiento pasado.

No poseemos datos numéricos de población hasta el año de 1497 en que, por averiguación de vecinos y rentas de Villafáfila y su tierra, nos encontramos con 270 vecinos en la villa, 69 vecinos en San Agustín y 59 en Revellinos[56].

A finales del siglo XV  en el antiguo territorio de Lampreana nos encontramos:

- con la villa de Villafáfila perteneciente a la Orden Militar de Santiago reducida a siete parroquias y en su alfoz sólo con dos aldeas, Revellinos y San Agustín, pobladas, y una serie de ermitas y restos de iglesias de los despoblados (La Magdalena, Nuestra Señora de Villarigo, San Isidro, la Torre de San Pedro del Yermo, La Torrica de San Clemente de Valorio, la Torre de Sobradillo, en Villafáfila y la ermita de San Sené y San Abdón en Revellinos).

 - la villa de Villarrín, cuyo señor era el Marqués de Astorga[57], que había ido integrando en sus términos las aldeas que se despoblaban de Falornia, Santo Tirso o Muélledes y que también conservaban sus iglesias como ermitas

- la villa de Otero de Sariegos perteneciente al Condestable de Castilla

- el lugar de Salinas incluyendo la antigua aldea de San Feliz, que eran de D. Pedro de Ledesma y se despoblaría en el siglo XVI.

- las dehesas-despoblados de San Pedro de Muélledes con su ermita, el término de Oterino y la de Gamonal, y los despoblados de Santa Marina de Moscas, con iglesia todavía en 1501 y San Sadornín, dependientes de la encomienda de Castrotorafe

- la dehesa de Fortiñuela con un caserío perteneciente al Priorato de la Puente

- el despoblado de Bamba que se integró en los términos de Tapioles.


Autor Texto:

Elías Rodríguez Rodríguez.

Historia de las explotaciones salinas en las lagunas de Villafáfila. Págs. 53 a 62.

Zamora: Instituto de Estudios Zamoranos "Florián de Ocampo", 2000. ISBN 84-86873-87-8.

 

Fotografías:

Elías Rodríguez Rodríguez.

José Luis Domínguez Martínez.

listarojapatrimonio.org.

 

Transcripción y montaje:

José Luis Domínguez Martínez.

 

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[1] Villar García, 1991: 109.

[2] Alfonso, 1991: 139.

[3] González, 1943: 40.

[4] Serrano, 1928: doc.59.

[5] Vignau, 1885: doc. XCVI.

[6] González, 1943. Doc. 42.

[7] ALVAREZ, L. 1995. Doc. 119.

[8] Vignau, 1885: doc. XIV.

[9] González, 1944: doc. 597.

[10] Vignau, 1885, doc. XIV y LXXVIII.

[11] Serrano, 1927: doc. nº 59.

[12] Serrano, 1927 doc. nº 59.

[13] A.CH.V. Pleitos Civiles. Pérez Alonso. f. C.515-01.

[14] Adule. San Marcos.

[15] O.O.M.M. Lib.1090 y 1091.

[16] A.G.S. C. y J. de Hª leg 14 - 1.

[17] A.D.A. Procesos I Leg. 2305-16.

[18] A.H.P.Za. Catastro leg.1628.

[19] Rodríguez González, 1966: doc. 31.

[20] González, 1944: doc. 135.

[21] A.CH.V. Pérez Alonso f. C.515 -1.

[22] O.O.M.M. Lib.1091.

[23] A.G.S. Diversos de Castilla, Leg.41. Doc. 42.

[24] OO.MM. Lib.1093 y 1094.

[25] Osuna Leg. 2152/17-2.

[26] A.H.P.Za., Ensenada, leg.1628.

[27] Rodríguez, Larrén y García, 1991.

[28] O.O.M.M. Lib.1090.

[29] Martínez Sopea, 1985.

[30] Flórez, España Sagrada, tomo XVI, pp. 505-509.

[31]Las primeras citas documentales de las iglesias son las siguientes:

-Santa María 1147 (Vignau. 1885: doc.78).

-Santiago 1155 (Vignau, 1885: doc.  14).

-San Martín 1162 (Quintano Prieto, 1987: doc.  682).

-San Juan en 1165 (Serrano, 1927: doc.59).

-San Pedro 1182 (Alfonso Antón. 1986: doc. 23).

-San Miguel 1201 (Fernández Flórez, 1993 doc. 1544).

-Santa María la Nueva 1307 (A.D.A. Particulares nº 565).

-San Andrés, Santa Marta y San Salvador en 1310 (Flórez, 1742. España Sagrada Tomo XVI: 510).

En cuanto a su localización, las de Santa María y San Martín han persistido hasta nuestros días, las de San Pedro, San Salvador, San Juan y San Miguel en las plazas del mismo nombre, la de San Andrés en el cementerio viejo, la de Santa Marta al final de la calle del mismo nombre, la de Santiago en la Plazuela del Crucifijo, detrás de Santa María, y, por último, la de Santa María la Nueva en el arrabal (A.D.A.Códices,3-3-15 bis ), cerca de Las Pilas.

[32]Para la delimitación de las colaciones de las parroquias, que suelen permanecer a lo largo de los siglos, he cotejado datos del registro Civil, vecindarios, padrones y los registros parroquiales.

[33] A.CH.V. Pérez Alonso f. C.515 -1.

[34] Vignau, 1885.

[35] Serrano, 1927.

[36] A.H.P.Za. Desamortización. Caja 235.

[37] A.CH.V. Pérez Alonso f. C.515 -1.

[38] D.G.R. II. Leg. 2022.

[39] A.D.Le. Gradefes, doc. 131.

[40] González, 1980: 138.

[41] A.CH.V. Pérez Alonso f. 516 - 1.

[42] A.H.P.Za. Desamortización. Caja 235.

[43] A.CH.V.P.C. Pérez Alonso (f) 516 - 1.

[44] A. M. Benavente leg. 105.

[45] Martínez Sopena, 1985.

[46] VIGNAU V 1882.

[47] A.H.N. OO MM 1090.

[48] A.H.N. Órdenes Militares. Uclés Carpeta 88 nº 27.

[49] Vaca Lorenzo, 1995.

[50] Granja. 1996.

[51] Vaca Lorenzo, 1995: 468.

[52] Vaca Lorenzo, 1995: 472.

[53] Bulario de Santiago. Citado por Granja, 1996: 81.

[54] A.CH.V. Pérez Alonso f. 516 - 1.

[55] A.R.Ch.V. Pleitos Civiles Pérez Alonso 127 - 4.

[56] A.G. S. Diversos de Castilla 453.

[57] Trancón, 1990: .27.